El documento del mes de septiembre, que en realidad serán varios, se va a dedicar desde el Archivo Histórico de Cuenca, al comienzo del curso escolar, a todos sus protagonistas: alumnado y profesorado. Y lo harán trasladando a los lectores algunas vivencias, desde el siglo XVI hasta el siglo XX. Las licencias de maestros, las escuelas, las asignaturas, las dificultades que tuvieron para vivir y para enseñar a los alumnos y alumnas, los castigos… Tiempos que no fueron fáciles para una profesión fundamental en el avance de la sociedad.
Desde los lejanos años del siglo XVI, los maestros de niños enseñaban lectura, escritura y cuentas. Alguno se quejaba incluso de la cantidad de niños a los que tenía que dar clase, en su casa, porque no tenía sitio para más:
No me caben los discípulos que tengo…
En aquellas escuelas del Siglo de Oro, los alumnos usaban escribanías, que eran cajas portátiles que tenían una vaina para las plumas y el tintero. Además, hubo particulares que crearon escuelas y se encargaron de que en el documento fundacional, el Acta, constase el calendario y el horario de clases, además de que el fundador era quien elegía al profesor. Un ejemplo de ello fue la fundación de una escuela de primeras letras en Tarancón. Así ocurrió, según estableció en su testamento la señora Inés de la Carrera, mediante documento que otorgó el 27 de diciembre de 1765, ante el notario Manuel Chinchilla. En las cláusulas de dicho documento estableció que quedase para la Escuela un capital de 36 mil reales: para el maestro se destinaría una renta de 1.080 reales al año, en pago de su sueldo, y, por último, obligó a sus herederos a respetar las cláusulas, para lo que dejó la renta de varias fincas.
Avanzando el tiempo, los maestros de primeras letras debían tener licencia para establecerse en una ciudad y enseñar, pero antes tenían que ser examinados por la Junta de Exámenes, que se creó por Real Orden de 11 de febrero del año 1804, que estaba encargada de conceder autorización para establecer escuela, previa realización de las correspondientes pruebas y superación de las mismas por los maestros aspirantes a ejercer el oficio.
Un asunto más delicado sobre la enseñanza fue la corrección con azotes, que quedó prohibida mediante un Decreto de las Cortes de Cádiz, de 17 de agosto de 1812:
Las Cortes generales y extraordinarias, queriendo desterrar de entre los españoles de ambos mundos el castigo o corrección de azotes, como contrario al pudor, a la decencia y a la dignidad de los que son o nacen y se educan para ser hombres libres y ciudadanos de la noble y heroica Nación Española, han tenido a bien decretar lo siguiente:
Se prohíbe desde el día de hoy la corrección de azotes en todas las enseñanzas, colegios, casas de corrección y reclusión y demás establecimientos de la Monarquía bajo la más estrecha responsabilidad.
Los apuros que hubo en muchísimos lugares para fijar un espacio adecuado destinado a escuela de primeras letras tienen su ejemplo en Arcas, lugar muy cercano a Cuenca, donde el 14 de octubre de 1849 se manifestó que ni tan siquiera había casas suficientes para los vecinos y, desde luego, parecía imposible encontrar un habitáculo para la escuela:
Con fecha 1 de octubre se dijo a vuestra señoría que este ayuntamiento había dado todos los pasos que eran necesarios para proporcionar local para la escuela que debe establecerse en este pueblo, y que no había ninguno por estar ocupadas todas las casas por los vecinos. Y que en algunas había dos vecinos juntos, por no haber casas, y que con respecto a mesas y demás menaje para la escuela no se entorpecería por eso su instalación, cuya comunicación no debe haber llegado a sus manos, a pesar de haberse mandado el día tres, cuando se recuerda por la Orden de la Comisión su fecha 11 del corriente, recibida en este día, hoy nos vemos en el mismo caso. Lo que ponemos en conocimiento de esa Superior comisión para que en su vista acuerde lo más conveniente.
En otro lugar, Belmonte, la Comisión de Instrucción Primaria escribió al Intendente de Rentas de Cuenca, el 13 de octubre de 1844, indicando lo pequeño que era el local destinado a escuela:
Habiendo visto que el local en que está situada su Escuela de Primeras letras no es suficiente para llenar su objeto por su corta capacidad, ha tratado de buscar uno que por sus cualidades proporcione a los niños las comodidades apetecidas.
Además, había que asignar un espacio para que el maestro viviese, y así lo expresaron, solicitando que se dispusiera para ello la Casa Tercia, que antaño perteneció a la Colegiata:
Y al propio tiempo habitación para el maestro, según está dispuesto en Reales Órdenes.
Y hallándose con estas circunstancias la Casa Tercia ha dispuesto que, por mi conducto, se suplique a vuestra señoría dé las órdenes necesarias al Administrador de Bienes Nacionales para que la ponga a disposición de esta Comisión, para este fin gratis, o que por su alquiler acomode tomarla.
El alquiler debía ser bajo porque no se podía cargar sobre los vecinos el coste de estos gastos, que bastante pobreza tenían. Además, el edificio necesitaba que se hiciesen unos reparos por estar la finca muy deteriorada. Finalmente, la Contaduría de Rentas de Cuenca accedió a que se les cediese la Casa Tercia por el alquiler de 393 reales anuales.
En Albalate de las Nogueras, en el año 1855, se hizo una Relación de fincas urbanas que pertenecieron a la piadosa fundación de san Miguel. A esta fundación pertenecía un horno de pan cocer y lo que el horno producía se destinaba al sostenimiento de la Instrucción primaria. Como curiosidad, veamos dónde se encontraba la escuela de Albalate de las Nogueras: Sobre el local de dicho horno está independiente la habitación de la escuela pública de esta villa, la que de inmemorial tiene este destino según dicha fundación.
Tras los procesos desamortizadores del siglo XIX, numerosos edificios de instituciones eclesiásticas pasaron a manos privadas mediante almoneda. Así, sabemos que una ermita en Caracenilla sirvió como escuela, porque en el año 1866, Cayo Torrijos envió una instancia al Gobernador Civil en la que solicitaba que se sacase a pública subasta un local que antes fue ermita de san Agustín, sito en dicha villa de Caracenilla, calle de la Chopera, lindante con la misma y casa del exponente, y que después sirvió de local para la escuela hasta que se habilitó otra casa al efecto.
En cuanto a las asignaturas que se debían cursar, mencionamos la Real Orden de reforma del programa general de enseñanza de las escuelas normales de Instrucción primaria, de 24 de septiembre de 1853, en la que se estableció lo siguiente:
Habiendo acreditado la experiencia la necesidad de reformar el programa general de enseñanza de las escuelas normales de instrucción primaria publicado en 18 de septiembre de 1850, la reina se ha servido resolver que desde el curso que empieza el 1 de octubre próximo se observe el adjunto:
Programa general de Enseñanza. Para las escuelas normales.
Las materias de enseñanza en las escuelas normales de ambas clases se distribuirán en la forma siguiente:
Primero y segundo curso: religión y moral, pedagogía, gramática de la lengua castellana, aritmética en toda su extensión, geometría y dibujo lineal, geografía e historia y conocimientos de agricultura.
Tercer curso
Nociones de retórica, poética y literatura española
Algebra, física, química e historia natural,
Enseñanzas de lectura y escritura serán prácticas y diarias en todos los cursos.
Para finalizar este pequeño vistazo sobre las Escuelas, como ejemplo del material que se usaba en las escuelas, exponemos el caso de Jábaga
Material que se compró para la escuela de Jábaga, que en el año 1949 adquirió para la escuela lo siguiente:
8 pizarras, 1 caja de plumas, 24 lapiceros de color, 20 borradores, 1 tintero de tinta china, 20 paquetes de tiza, 4 obritas de teatro infantil, 200 cuartillas, 20 cuadernos, 2 escobas.
Los testimonios documentales sobre las escuelas de siglos pasados son abundantes en el Archivo Histórico de Cuenca, así como en otros Archivos, en los que han quedado reflejadas las continuas dificultades que debieron afrontar los maestros y maestras, los ayuntamientos y el alumnado, sujeto a unas condiciones educativas que muy poco a poco fueron mejorando.