El Gobierno regional ha ayudado a 782 jóvenes agricultores conquenses a incorporarse a la actividad agraria desde 2015, con una inversión de 22, 2 millones de euros. Asimismo, en la última convocatoria, que está en tramitación, se han presentado 360 solicitudes desde la provincia de Cuenca.
El delegado provincial de Agricultura, Ganadería y Desarrollo Rural, Rodrigo Fernández, así lo ha indicado en una visita a Diego Domínguez, un joven agricultor de El Herrumblar que fue beneficiario en 2021 y ahora mismo tiene una explotación de viña, olivar y almendro.
Fernández ha afirmado que estas ayudas “son un empujón muy importante para todas las personas de entre 18 y 40 años que dan el paso de dedicarse profesionalmente al campo” y ha puesto en valor que Cuenca “es la provincia de Castilla-La Mancha donde más solicitudes se han recibido en la última convocatoria”.
Para el delegado provincial de Agricultura, Ganadería y Desarrollo Rural, esto se debe al incremento de la cuantía en 10.000 euros y al hecho de que se hayan fijado unos criterios adicionales que permiten pasar de una ayuda base de 37.000 euros a alcanzar la máxima de 60.000 euros, como residir en zonas de extrema despoblación, generar empleo estable u orientar las explotaciones a la agricultura o la ganadería ecológicas;
Según Fernández, en la provincia de Cuenca predominan las incorporaciones de jóvenes en explotaciones de orientación productiva mixtas de herbáceos, viñedo y olivar. Por otro lado, en ganadería, la incorporación de jóvenes predominante sería en las explotaciones de ovino-caprino.
Por último, ha llamado la atención sobre la incorporación de las mujeres al campo, que representan en torno al 30 por ciento de las solicitudes. Un porcentaje que en la última convocatoria se ha incrementado hasta el 34 por ciento.
De audiólogo a agricultor en El Herrumblar
Por otra parte, Diego Domínguez considera que estas ayudas “vienen muy bien para poder arrancar y comprar maquinaria, que es muy costosa y sólo, de tu propio bolsillo, no la podrías comprar”.
En su caso, ayudaba a su padre en la explotación familiar desde joven, pero no pensaba que su futuro estuviera en el campo. Estudió Audiología Protésica en Albacete y entonces llegó la pandemia. Volvió al pueblo para ayudar a su padre, que tenía problemas de salud, y fue entonces cuando se dio cuenta que quería dedicarse profesionalmente a la agricultura.
“Aquí soy feliz. Vivo en mi pueblo y me encanta lo que hago. Es duro porque tienes que ser especialista en un montón de cosas y en otras nuevas que van surgiendo, pero a mí me gusta y lo hago contento”, ha afirmado Diego, que considera que ahora mismo el principal problema al que se enfrenta el campo es la sequía.