El viaje emprendido el pasado domingo por Rubén Martínez, Antonio de la Rosa y diez amigos más ha terminado en la madrugada de este jueves, cuando el convoy compuesto por seis vehículos ha llegado a Madrid con 44 refugiados ucranianos a bordo. Durante la jornada de ayer, jueves, los voluntarios gestionaron y organizaron el viaje hacia los nuevos destinos de los refugiados que han traído a España, familias y centros de acogida de distintos puntos del país.
El viaje ha transcurrido según lo previsto y sin sobresaltos, más allá de la complicada y triste situación que se vive en la frontera entre Polonia y Rusia. Miles de refugiados llegan a Medyka huyendo del conflicto, y lo único que quieren es salir de allí, tengan o no familias o centros de acogida asignados, explica Rubén Martínez, sensibilizado tras todo lo vivido.
El bombardeo a una base militar a 25 kilómetros de la frontera con Polonia el pasado domingo, además, precipitó muchos “cambios sobre la marcha”, como narra Rubén, pues algunas de las familias y personas que tenían ya asignadas para traer a España adelantaron su salida para huir cuanto antes de la zona y ya no se encontraban allí. Gracias a Olena, la ciudadana ucraniana que ha colaborado con el viaje humanitario de Rubén Martínez, “nos dieron nuevos contactos, otras personas que querían venir a España”.
También sufrió cambios la entrega del material humanitario que transportaban en las furgonetas. Aunque iba a ser entregado inicialmente en Medyca, finalmente fue depositado en dos almacenes “ocultos”. El convoy atravesó caminos y pequeñas carreteras para llegar a las ubicaciones proporcionadas, situadas junto a “corredores ocultos” que son el punto de partida para hacer llegar toda esa ayuda al interior de Ucrania, “donde más falta hace ahora mismo”, detalla Rubén.
Tras dejar la mercancía, los voluntarios prosiguieron su viaje a Medyca, aunque también hubo algunos cambios en este sentido. Una de las furgonetas modificó su rumbo y se dirigió a otro campamento de refugiados situado a dos horas y media para recoger a otra familia que esperaba en otro punto para poder venir a España.
El campamento de refugiados junto a la frontera: “Ahí vino lo duro”
Rubén reconoce que lo más duro del viaje fue su llegada al campamento de refugiados, donde miles de personas desean huir. “Mucha gente quería venirse con nosotros, pero no tenían familias asignadas en España, así que no podíamos traerlos”. Finalmente, Rubén y sus compañeros consiguieron sacar a varias de esas personas a tierras más seguras. “Al final pudimos llevarnos a todos, estamos en una crisis humanitaria, en estado de emergencia; me da igual que no tengan familia asignada, ya lo organizaremos cuando lleguemos a España”, cuenta que pensó en ese momento.
“Nos dijeron que tratáramos de ser fríos con estas personas, pero es imposible”, reconoce Martínez, quien admite que el viaje de 30 horas junto a las jóvenes estudiantes de Kiev y el resto de los refugiados ha conseguido conmoverle. “Es gente muy maja. Cuando nos las presentaron nos dijeron que eran de Kiev con una enorme sonrisa, aunque con los ojos vidriosos. Han dejado allí a sus padres y madres en algunos casos. Nos han enseñado vídeos de cómo eran sus casas, cómo eran sus vidas… Después las bombardearon y pasaron días dentro de un búnker. Cuando salieron para huir con sus maletas, sólo encontraron cadáveres”, relata Rubén.
Valencia, Alicante, Figueras, Málaga o Buendía, nuevos destinos para estas personas
Los 44 refugiados que han traído a España Rubén y sus compañeros de viaje ya se encuentran en sus nuevos destinos, Málaga, Figueras, Alicante, Valencia, Sevilla o Buendía, aquí, en la provincia de Guadalajara, pueblo natal de Rubén, y cuyo alcalde es su propio padre. “Había personas para las que no teníamos asignadas familias, así que nuestros contactos, Olena y Raquel, presidenta de la Fundación DCW, nos pidieron que se quedaran con gente de confianza; el Ayuntamiento de Buendía ha prestado una casa para acoger a una familia y mi prima ha acogido a otra”, cuenta Rubén Martínez, que ha dejado su número de teléfono a todas estas personas para que “me llamen siempre que les haga falta”, termina Martínez, consciente de que en los próximos días tendrá que “digerir” todo lo vivido.
“Gracias a todos los que habéis ayudado y confiado en nosotros, me siento muy feliz de poder contar con gente así cerca de mí”, ha escrito Rubén, como agradecimiento y fin del viaje solidario a todos los amigos y personas que han colaborado con el mismo. “Mis amigos, amigos de mis amigos, mi familia, el Ayuntamiento de Trillo y el de Buendía, a sus vecinos y a los vecinos de Paracuellos, a los voluntarios de las ONG que se han cruzado por nuestro camino, a la comunidad cristiana que nos acogió en Lyon, al Burger King que nos dio 44 hamburguesas gratis en Alemania para los refugiados, a Raquel, presidenta de la Fundación DCW por su cariño y sus consejos, a Concha de la Policía Nacional de Fronteras en Polonia y a mucha gente más que seguro se me olvida… Gracias a todos”.
Desde el Ayuntamiento de Trillo, Hugo Pérez, en representación de toda la Corporación municipal, da las gracias a Rubén, a Antonio, a Henry y a todos los voluntarios que han hecho posible este viaje, porque han conseguido el objetivo marcado, “llevar ayuda humanitaria a quienes más lo necesitan en estos momentos y traerse las furgonetas llenas de personas que ahora, al menos, podrán vivir a salvo”.