En un acto emotivo y multitudinario, los directivos del Hotel Alfonso VIII de Cuenca, conmemoraron la trayectoria del primer hotel abierto en Cuenca
Se inició la sesión con un vídeo de nueve minutos donde los textos del Cronista Oficial de la ciudad, Miguel Romero, analizaba cada uno de los diferentes momentos que el citado Hotel Alfonso VIII, abordó desde su creación en 1963 hasta el momento actual, sin olvidar dos difíciles momentos, su cierre temporal en 1980 y los años obligados por la pandemia del Covid 19.
El haber sido el primer establecimiento hostelero de calidad empresarial en la ciudad, apadrinado por D. José Meliá, y el que a su inauguración vinieran numerosas autoridades del gobierno de España, significó un antes y un después, en el desarrollo turístico de Cuenca y provincia, generando un proceso de modernización que afectaría a todos los estamentos sociales de la misma.
Ante más de doscientas personas, representantes institucionales, políticos, académicos, militares y de los Cuerpos de Seguridad del Estado, así como entidades, empresarios y amigos en general, que llenaban la última planta del Hotel donde se encuentra la maravillosa Terraza de Cuenca, disfrutaron de las explicaciones y de un cóctel como gentileza por el 60 aniversario de su creación.
El historiador hizo un recordatorio de aquel contexto histórico en el que este Hotel abriría sus puertas, sobre todo, en la evolución de la ciudad en la década de los 60, gracias a la cesión de los espacios urbanos de la iniciada Caja de Ahorros y en un lugar emblemático y céntrico de nuestra capital.
“La calle Carretería era el pulmón comercial y administrativo, girando en torno al parque de San Julián, antiguo parque de Canalejas. Iría desde la plaza de Cánovas del Castillo donde la escultura del pastor de las Huesas servía de referencia, hasta la llamada plaza del Caudillo (antes plaza de la Infanta Paz y ahora, plaza de la Hispanidad) donde se encuentra la escultura de los héroes de la guerra de África.
Se acababan de construir barrios nuevos como el grupo General Fanjul con 472 habitantes; el Ruiz Jarabo con 88 habitantes; Nuestra Señora del Buen Suceso o San Julián con 407 habitantes; el Virgen de la Luz con 256; el Fermín Caballero e Instituto de Previsión con 216; los empleados de Hacienda, del Ayuntamiento de Cuenca, de Maderas S. A. con 60 y al otro lado de la vía, la calle Martín Alhaja con 202 y y el barrio Obispo Laplana (las 500) con 2.398. Como polígonos industriales, los Moralejos, San Antonio y el Industrial, a uno y otro lado, con capacidad para más de 7.000 habitantes, contando la ciudad con todos los servicios públicos necesarios del momento: escuelas, cine, iglesia, Casa de Socorro, etc.
En el llamado Campo de San Francisco teníamos por aquel entonces, la calle 18 de julio y el cuadrado edificio del Gobierno Militar que, como Caja de Reclutas, dando vida a un inmueble de carácter histórico, ya que en la segunda mitad del siglo XVI había sido alhorí y después dedicado a cuartel de provinciales, albergando en esos momentos los enseres de la parroquia de San Esteban mientras se estuvo construyendo la misma.
Enfrente, la Diputación Provincial, con mármoles de la provincia y al otro lado, por la calle sirviendo de divisoria, el edificio del filántropo Lucas Aguirre dedicadas a Escuelas de renovación pedagógica.
Durante este tiempo, la ciudad experimentó un fuerte impulso, sucediendo algunos hechos de enorme interés para todos los habitantes. Se diseña y comienzan las obras del Instituto femenino Hervás y Panduro, En estos años, el gobierno instaura las Fiestas de Interés Turístico, aunque la de Cuenca (Semana Santa y Semana Música Religiosa) no se declaren hasta el 16 febrero de 1980”.
En este contexto nacería el Hotel. El domingo 31 de marzo de 1963, en su número 4.698, titulaba en portada el Diario de Cuenca: «Fue bendecido e inaugurado el nuevo Hotel Alfonso VIII». Y aun así, las noticias del momento subtitulaban que «Viene a satisfacer una de las imperiosas necesidades que Cuenca tiene para el desarrollo turístico«. Y así había sido, un día antes de darse la noticia, sábado 30 de marzo de 1963, era bendecido el Hotel y al día siguiente, domingo 31, se inauguraban y bendecían los nuevos locales de la Caja Provincial de Ahorros de Cuenca, promotora del acontecimiento.
Era Director de la entidad bancaria, don Antonio Carballo Catalán, obispo de la Diócesis de Cuenca don Inocencio Rodríguez, alcalde de la capital don Rodrigo Lozano, gobernador civil don Mariano Nicolás y gobernador militar don Ángel Bueno. La inauguración del Hotel fue un acto de fuerte peso político al que asistieron directores generales nacionales de Promoción del Turismo, Política interior, Administración Local, del Tesoro, Instituto de Créditos y Cajas de Ahorro y Bellas Artes; igualmente los Secretarios Generales técnicos de la Presidencia de Gobierno y Educación Nacional, el Embajador de El Salvador, el gobernador Civil de Burgos, el Consejero Nacional del Movimiento, los Directores Provinciales de la Caja de Ahorros, de Radio Nacional de España, del Diario de Cuenca, así como destacadas personalidades del mundo de la cultura y de la sociedad.
El Hotel cerraba, sorprendentemente, sus puertas el 5 de mayo de 1980, tal y como hemos dicho.
En ese año 38 trabajadores (según las noticias del Diario de Cuenca de fecha 8 de mayo) quedaban en la calle, de los que 8 son camareros, 5 encargados de la limpieza, 4 botones, 3 lavadoras, 2 cocineros, 3 recepcionistas, 2 telefonistas y 3 porteros, etc.
En el año 1986 (seis años más tarde) se volvía a abrir iniciándose una nueva etapa.
Desde que estos empresarios conquenses toman la decisión de reabrir el hotel Alfonso VIII son muchos los momentos felices que han aportado a miles de conquenses.
Con respecto al edificio, ha evolucionado con el paso del tiempo para ofrecer a conquenses y visitantes mayores comodidades que las que existían en el año de su inauguración.
Las habitaciones se han renovado por completo, se ha mejorado la eficiencia energética del edificio, se instalaron salvaescaleras para mejorar la accesibilidad del hotel y se diseñó un plan de autoprotección para evitar cualquier problema que pudiese surgir.
Otra de las mejoras realizadas fue la apertura del restaurante “La Terraza” en septiembre del año 1988. En los primeros años el espacio ocupado por el restaurante era una terraza de verano en la que los clientes podían tomar algún aperitivo mientras disfrutaban de las magníficas vistas que posee.
Más adelante se modificó creando un espacio, conocido por la gran mayoría de los lectores por su luminosidad y vistas a la ciudad, acristalado, en el que degustar una cocina actual, elaborada y servida por un equipo de profesionales a la altura del hotel.
En el 2005, se lleva a cabo la reforma integral del edificio.
En el 2020 por necesidad de la pandemia, el hotel se cierra pero generará el Servicio de Comida a domicilio, una actividad exitosa que sigue en estos momentos de actualidad, siendo pionero dentro de una gastronomía adaptada a la diversidad.
En 2022, el Hotel –a través de Cruz Roja- alberga a un elevado número de ucranianos (guerra).
En 2023, el Restaurante se implica en la actividad de Cuenca, capital española de la Gastronomía.
La libertad es sentir lo que el corazón desea, independientemente de la opinión de los otros y tal cual con este aforismo quiso terminar su alegato narrativo el presentador del acto, Romero Saiz, para recomponer que en todas las sociedades modernas y liberales del mundo, la iniciativa privada ha de servir para promover el desarrollo de nuestra calidad de vida, en un mundo globalizado -nos guste o no- donde la empresa ha de revitalizar ese deseo de progreso. Por esa y no otra razón, este Hotel Alfonso VIII nació, ha crecido y sigue superándose en ese alegato fundamental de que crecer es vivir porque Cuenca, ciudad del mundo, patrimonio universal que cumplió XXV años el pasado 2021 lo necesita y lo agradece. Vaya pues, para su dirección y gestión, mi felicitación como Cronista Oficial de esta ciudad, a la que intento promover en su grandeza histórica y social, por seguir creyendo en el desarrollo -en este caso hostelero- como base de futuro.
Un gran éxito de los gerentes del Hotel y de todo su especial personal cuya atención fue exquisita y propia de un complejo hostelero modelo en la actualidad.