Se presentó el libro “Villar del Saz de Navalón. Memorias de un Pueblo”.
La idea, la buena idea de meter en un libro la memoria colectiva, las imágenes de un pueblo como Villar del Saz de Navalón, surgió de forma similar a lo que transmite Jaime Urrutia en el estribillo de la canción de Gabinete Caligari, “Al calor del amor en un bar” porque, digan lo que digan, de Raphael, no hay nada como “los bares, que lugares tan gratos para conversar” y mirar porque, no solo es el caso del que nos ocupa, el de Villar del Saz de Navalón sino que, otros muchos, el de Beteta, por ejemplo, junto al Ayuntamiento, adorna sus paredes con imágenes de la memoria colectiva y, eso, da para hablar.
Lo hizo el alcalde de Fuentenava de Jábaga, José Luis Chamón, con alguno de los miembros de la junta directiva de la Asociación de Vecinos El Provenir al hilo de que, hace poco, se había editado el de Jábaga con idéntico propósito: plasmar, en las páginas de un libro, la memoria colectiva de un pueblo uniendo lo tangible con lo intangible y, lo que es más importante, la línea directa que nos enseña a no olvidar de dónde venimos.
El libro, que ha sido presentado en la iglesia parroquial de San Pedro, llena como en días de fiesta especial, además del alcalde, José Luis Chamón, ha contado con la participación del autor, recopilador y digitalizador de las imágenes, Luis Javier Chamón, de Miguel Romero, autor del prólogo y de Ramón Pérez Tornero, delegado de la consejería de Hacienda, Administraciones Públicas y Transformación Digital en Cuenca quien, por cierto, ante los fallos de cobertura telefónica en el lugar, dirigiéndose al auditorio ha afirmado que intentará solucionar el problema cuanto antes.
“El libro refleja a través de estas imágenes que el tiempo es efímero y se escapa y solo, con estas fotografías, intentamos detenerlo y rcuperar nuestra memoria, la mirada al pasado más cercano”, dijo Chamón abriendo turno de intervenciones. “Una recopilación fotográfica de los que nacieron, vivieron o ya no
están con nosotros en este lugar, Villar del Saz de Navalón, buscando el recuerdo, reconstruyendo la historia común desde los primeros años del pasado siglo. Un documento único. Una ventana abierta por la que ver momentos de nuestro pasado. Un homenaje a los que no están porque, ellos, y sus antepasados, fueron capaces de hacer este lugar al que llamaron Villar del Saz de Navalón”, con lo que concluía la intervención del alcalde.
Miguel Romero, prologuista del libro, comenzaba su intervención con la certeza de Aglaia Berlutti: “la fotografía es un reflejo del autor. De manera que no solo refleja la forma de observar que él tiene sobre lo que quiere plasmar, sino cómo mira ese momento”.
No es lo mismo mirar que ver. “Uno mismo puede contemplar las imágenes sin más, o bien puede interiorizar, imaginar o dejar de sentir para ver qué representa, cual debió de ser su mentalidad o sus arbitrarias tonalidades en geografía, paisaje o entorno”, dijo Miguel. “He aquí un proyecto excelente. Lo heredado. La imagen como fiel reflejo de la realidad que, en tiempos pasados, definió la seña de Villar del Saz de Navalón en este tiempo, presente, y futuro.
Ramón Pérez Tornero, en su turno, subrayó la importancia de publicar libros como el que nos ocupa porque, los personajes, los protagonistas de las imágenes, nunca fueron noticia. Es la intrahistoria, la tradición eterna que sirve de decorado a la historia más visible finalizando con lo ya escrito porque, como desde hace un tiempo interminable, la gente de Villar del Saz de Navalón está prácticamente incomunicada telefónicamente hablando, lo dijo alto y
claro: “en cuanto tenga cobertura, haré llamadas para solucionar este problema que, no olvidemos, tiene que resolver una empresa privada pero, estamos ahí. A resolverlo porque, desde que he llegado aquí, vuestro alcalde, José Luis Chamón, como martillo pilón, no ha hecho otra cosa que pedirme que resuelva el problema”.
El libro consta de 7 capítulos: celebraciones, el pueblo, familias, fiestas y tradiciones, infancia, momentos y retratos. Bodas, bautizos, comuniones, confirmaciones, la imagen de la portada de la iglesia distinta a la actual, la fuente de la plaza en los primeros años 60, las procesiones…
Villar del Saz de Navalón, memorias de un pueblo, viene a significar un trabajo de arqueología, de investigación de capas, de sedimentos que aportan las imágenes que hoy se publican. De la herencia inmaterial, real, que confirma que, antes que nosotros, nuestros antepasados hicieron posible lo que, hoy, es el pueblo. De ellos venimos pero, la pregunta es esta: ¿a dónde vamos?