Las partículas sonoras vibran, nos transportan y modifican nuestro yo. Es cierto, porque entre notas consonantes que se vuelven asonantes, unidas en un sinfín de instrumentos, nos permite, a concertistas y asistentes, ser uno solo. Los músicos, con su maestría recitan la poesía de las notas musicales mientras las voces de una masa coral, elevan sus sílabas hasta el espacio infinito, haciendo de un solo momento, atmósfera única y universal.
Y eso, ni más ni menos, fue lo que pudimos comprobar, entusiasmados, este jueves en el concierto final que serviría como clausura del IV Ciclo de Historia Militar de Cuenca que, en esta ocasión, ha servido para contextualizar el protagonismo conquense en la Guerra del Riff.
La Escuela Municipal de Música y Artes Escénicas “Ismael Martínez Marín” tuvo la culpa y especialmente su director José García Llopis, con su banda de adultos, grupo de aficionados a la música que en su tiempo libre, con ilusión, esfuerzo y deseo, llevan la música al escenario, provocando con sus sinergias el contagio de todo un público que ocupó la gran parte de la sala grande del Teatro Auditorio conquense.
Siete años de experiencia fueron suficientes para darnos cuenta de la gran labor musical que ese centro realiza, pero sobre todo, para ofrecer con todos sus componentes, de la más variada procedencia profesional, de diferentes edades y estatus laborales, un maravilloso concierto en el que Sweringen con “Centuria”, Haan con “Concerto de Amore”, Javaloyes y su “Abanico”, Adana “Ganando Barlovento”, San Miguel con “Guardia de alabarderos” y Dorado con “Filigrana”, tuvieron protagonismo especial en una Banda disciplinada y melódicamente adaptada, ante un auditorio que supo compartir brillantez de contenidos.
Composiciones todas ellas, de complejidad en adaptación y melodía, ensayadas para este momento, cumpliendo el compromiso entre subdelegación de defensa, UIMP y Fundación Global Caja, con la Escuela Municipal de Música. Un acierto y un éxito.
A su lado, en algo poco usual pero acertado, la Asociación Coro Sottovoce, creada en septiembre del 2015, con sus treinta y cuatro voces y su amplio repertorio bajo también la hábil dirección de Pepe Llopis, profesor de clarinete, consiguieron interpretar “la Balada de las boninas verdes” de Sadler, “la salve marinera” de Uldrid, “El novio de la muerte” de Costa, “la marcha heroica de infantería de marina” de Raimundo, “El himno de infantería” de Díaz Giles y como no “Las Corsarias” de Alonso.
Al final, el himno español levantó de sus asientos a todos los numerosos asistentes, sin olvidar que todo tenía el más alto sentido cultural, sentimental y patriótico.
Y es que es así de bonito, cuando altruistamente una Banda, en este caso de la Escuela Municipal, pone todo su empeño para conseguir estar a esa altura que una ciudad necesita, pero sobre todo, cuando nos hacen sentirnos especialmente bien, a quienes nos encargamos de gestionar cultura, provocando con ello, desarrollo social, entretenimiento, aprendizaje, dimensión vital y amplitud de miras hacia una Cuenca necesitada de empeños y propuestas.
Y es que la música y el canto coral nos produce tremendos beneficios en nuestra vertiente psicológica y especialmente emocional, y más ahora, en estos difíciles tiempos que nos envuelven, gracias a ese estímulo sonoro que afecta tanto al campo perceptivo de cada ser humano, entre armonía, ritmo, melodía y placer.
Desde mi humilde plataforma de gestor, de “desfacedor de entuertos” –como bien diría Alonso Quijano- cuando a esos entuertos llamamos proyectos, me siento reconfortado al escuchar las palabras del coronel Fernando Antón, ahora en el puesto de Subdelegado de Defensa, en su agradecimiento a Cuenca, a la sociedad que casi disciplinadamente sigue sus propuestas culturales, musicales e históricas, a las instituciones que le apoyan y a todos los que, de una u otra manera, estamos cumpliendo el deber de solidarizarnos con los compromisos.
El IV Ciclo de Historia militar de Cuenca ha finalizado en este mes de junio, concretamente el pasado jueves 2, y la satisfacción para un servidor, ideólogo de estos Ciclos que ya forman parte del ideario cultural de Cuenca desde el año 2017, es tremenda, agradecida y especialmente, compartida con todos los conquenses que se han acercado a cada una de las conferencias que hemos tenido la suerte de disfrutar. Expertos investigadores, profesores del Instituto de Estudios y Cultura Militar, de periodistas reconocidos, escritores ilustres, y todos cuantos han querido estar con nosotros, gracias por la colaboración y el esfuerzo.
Los trabajadores del Teatro Auditorio, así como a su gerente, Nelia Valverde, nos permitieron disfrutar de las excelencias de ese extraordinario marco en el que la acústica convoca a la perfección. Gracias por vuestra labor.
Y no podía dejar de lado, a la Dirección, Coordinación y trabajadores de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, en esta magnífica delegación conquense, que tanta actividad desarrolla, porque su apuesta nos hace sentirnos seguros ante la ejecución de proyectos como seminarios, cursos o encuentros.
Y acabado éste, ya estamos pensando en el siguiente, porque se merece y se necesita, porque nos abre expectativas, esperanzas y sentimientos, haciendo más especial lo que acontece en una ciudad como la nuestra.
Y, por último, gracias a los medios de comunicación por servirnos de plataforma para dar a conocerlo a los demás, por cubrir cada necesidad informativa y por la gran labor que desarrollan.
Por Miguel Romero Saiz