Los insultos o palabras fueron, ciertamente, frecuentes en el siglo XVI, época a la que se ciñe este breve artículo. En el Tesoro de la Lengua castellana, de Sebastián de Covarrubias, se habla de tener malas palabras uno con otro e reñir de palabra. Aún hoy día seguimos utilizando la expresión palabras mayores, que eran las palabras injuriosas, como ladrón, cornudo, etcétera.
Así, no fueron infrecuentes las querellas por palabras, por lo que nosotros llamamos insultos. De éstas, contamos con numerosos expedientes judiciales en el Archivo Histórico de Cuenca, de los que se exponen varios casos a continuación. En no pocos casos, las palabras fueron la inmediata consecuencia de hechos que alteraban la normal convivencia. Así, el 20 de mayo de 1571, Juana de Mata presentó la siguiente declaración:
Oy, dicho día por la mañana, la criada de la dicha María Morena, echó una suerte de basura a la puerta de las casas desta testigo, y la dicha María, su criada desta testigo, la cogió y echó a la puerta de la dicha María Morena, y ella la cogió y echó en el portal de casa desta testigo, dondestá, y la dicha moça le dixo que porqué lo hazían. Y sobrello ovieron palabras, y la dicha María Morena dixo a la dicha moça: bellaca, fregona, furzia. Y la dicha moça rrespondió: más furzia soys vos.
Además, lo frecuente era que de los insultos se pasase a las manos…
E la dicha María Morena, entonces, arremetió con un palo a la dicha moça y le dio de palos en el portal de la casa desta testigo, y de bocados en los braços, y aunque esta testigo se puso de por medio, no con provecho. Y esto vido esta testigo.
¿Cómo se resolvió este enfrentamiento? Fue el caso que, finalmente, la querella se retiró, al demostrarse que ambas habían actuado igual.
Cinco años más tarde, en 1576, Francisco de Orduña presentó querella contra Pedro y Juan Díaz, hijos legítimos de su mujer, por los insultos proferidos, en plena calle, contra el querellante y su esposa:
Pareçió presente Francisco de Orduña, çerero, y vezino desta dicha çibdad, y dixo que por sí mismo, y lo que le toca, y en nombre y como marido e conjunta persona de Luisa de Villarreal, su esposa y mujer legítima, como de derecho más avía lugar, querellava y querelló criminalmente de Pedro Díaz y Juan Díaz, su hermano, naturales desta dicha çibdad, hijos legítimos de la dicha Luisa de Villarreal, su mujer deste querellante, porque los susodichos y cada uno dellos, de por sí, con poco temor de Dios Nuestro Señor y menospreçio de la justiçia, oy dicho día, por la noche, poco rato a, en la calle pública y plaçeta de la puerta de Valençia desta dicha çibdad, presente mucha gente, a grandes bozes, sin causa ni razón que justa fuese, dixeron a la dicha Luysa de Villarreal, su propia madre: puta, bellaca, desvergonçada y a este querellante, su padrastro: puto moro batizado en canasta, y otras muchas, feas e injuriosas palabras.
No sólo fueron los gravísimos insultos, sino que, además, a éstos siguieron amenazas de muerte: y que avían de matar a este querellante. Este escándalo callejero no se quedó en esto, sino que continuó cuando los hijos de Luisa tomaron cantos para se los tirar, en lo qual cometieron delicto digno de puniçión y castigo.
La última de las querellas elegidas para testimoniar aquellos casos de enfrentamiento cotidiano corresponde al año 1586, siendo el expediente judicial iniciado por Mateo Calvete, esposo de María de Oviedo, en el que acusaba criminalmente a Juana López, criada de Pedro Portero, pressa en esta ciudad por cárcel.
Relatando lo sucedido con relaçión çierta (…) pasa así que la susodicha, postpuesto todo temor, con ánimo de injuriar y afrentar a la dicha mi parte, como en efecto lo hizo, por el tiempo contenido en su querella, aviéndola inbiado a dezir con su hija que el día que estuvo en los toros estaría y estuvo con algunos rufianes, y aviéndola visto estar hablando con el dicho Portero, su amo, sin causa ni ocasión ninguna, se asomó a la escalera de la dicha casa y le dixo que se fuese con los diablos y que hera una bellaca, puta, gavassa, contonera, desvergonçada, pellexa.
No quedó la cosa solo en esto, sino que la acusada profirió otras muchas palabras de grande injuria y denuesto, en lo qual, por ser la dicha María de Oviedo, mi parte, muger honrada de bien, onesta y de buenos y honrrados deudos y parientes, y la dicha Juana López, muger ruín y de ninguna calidad, cometió gravísimo delito, y por ello incurrió en muchas y graves penas por todos los derechos y leyes destos reynos estableçidas contra semejantes delinquentes.
Estas querellas son solamente algunas de las que sirven de testimonio de los muchos hechos documentados sobre insultos y otros enfrentamientos, derivados de la convivencia cotidiana y de ciertos malestares, y, sobre todo, envidias presentes en la sociedad.
Por Mª de la Almudena Serrano Mota, directora del Archivo Histórico Provincial de Cuenca