El pasado 28 de diciembre de 2024, Villalpardo vivió una experiencia sin precedentes en el marco del evento La Magia de Nuestros Vinos organizado por el Ayuntamiento en colaboración con El Huerto del Sonido y la Ruta de la Manchuela. Más allá de una simple cata, los asistentes disfrutaron de un espectáculo multisensorial donde el vino no solo se degustó, sino que también se escuchó y se experimentó de manera mágica.
Un maridaje de música, magia y enología
La cata estuvo liderada por el reconocido enólogo Rafael Orozco, quien presentó una cuidada selección de vinos de la Manchuela, destacando sus matices, aromas y la conexión con el terroir de la región. A su lado, el ilusionista **Juan Ma** añadió un toque mágico al evento, sorprendiendo al público con trucos que conectaban simbólicamente el vino con la tierra, la vid y la tradición.
El compositor y creador del Huerto del Sonido, Julio Sanz Vázquez, asumió el papel de «sumiller sonoro». Con su innovadora tecnología de transducción, capturó las señales bioeléctricas del micelio y las cepas, traduciéndolas en un paisaje sonoro que los asistentes pudieron escuchar en directo. A través de pulsos rítmicos y texturas armónicas, los sonidos representaban la vida subterránea del viñedo y la transformación de la uva en vino.
Una experiencia para los sentidos
El momento álgido del evento llegó cuando Rafael Orozco y Julio Sanz sincronizaron sus disciplinas: mientras el enólogo explicaba las notas de un vino en la cata, Julio interpretaba su «voz sonora». Cada sorbo parecía resonar con los sonidos emitidos, creando una conexión única entre sabor y música.
Rafael Orozco es un enólogo de renombre en la región de La Manchuela, con una trayectoria que abarca diversas bodegas destacadas:
– Finca Sandoval: Fundada en 1998 en Ledaña (Cuenca) por el periodista Víctor de la Serna, quien contó con la colaboración fundamental en viñedo y bodega del enólogo Rafael Orozco.
– Bodega Iniesta: Ubicada en Fuentealbilla, esta bodega es propiedad del futbolista Andrés Iniesta. Rafael Orozco ha contribuido en la elaboración de sus vinos, aportando su experiencia para resaltar las características de las variedades locales.
– Cooperativa San Antonio Abad, Situada en Villamalea, Orozco trabajó durante 21 años en esta cooperativa, donde implementó tecnologías innovadoras en la vinificación, como la instalación de equipos de frío en 1985, siendo pioneros en la región.
– Cooperativa Coviñas: En Requena, Orozco laboró durante siete años en esta cooperativa de segundo grado, donde continuó desarrollando su pasión por la enología y la elaboración de vinos de calidad.
– Cooperativa Nuestra Señora de la Estrella: Ubicada en El Herrumblar, Orozco ha estado involucrado en la gestión y asesoramiento enológico, contribuyendo a la producción de vinos ecológicos certificados y a la creación de un museo dedicado al mundo del vino.
La amplia experiencia de Rafael Orozco en estas bodegas refleja su compromiso con la calidad y la innovación en la enología de la región.
Mientras tanto, Juan Ma sorprendía al público con una cuidada puesta en escena, donde los trucos de magia reforzaban la idea de que el vino es, en sí mismo, un acto mágico de la naturaleza y del ser humano.
Sello de la Manchuela y Villalpardo
Las autoridades locales destacaron la importancia del evento para posicionar a Villalpardo como un referente cultural y enoturístico. «Este tipo de iniciativas no solo muestran la calidad de nuestros vinos, sino que también los vinculan con la innovación y el arte», comentó el alcalde en su discurso de cierre.
La colaboración con la Ruta de la Manchuela añadió un valor especial al evento, ofreciendo a los asistentes una inmersión total en la riqueza cultural y natural de la región.
Una velada para recordar
Con aplausos entusiastas, los más de 200 asistentes despidieron una jornada donde la música, la magia y el vino se entrelazaron para ofrecer una experiencia que trascendió los sentidos. «Ha sido algo más que una cata o un concierto, ha sido un viaje emocional e inspirador», comentó uno de los asistentes.
Villalpardo y La Magia de Nuestros Vinos demostraron que el vino es mucho más que una bebida: es una sinfonía, una historia y, en este caso, una experiencia mágica que permanecerá en la memoria de quienes la vivieron.