Fui el primer informático de la Gerencia de Atención Primaria de Guadalajara (para entendernos, estaba en la “Residencia Vieja”, 3ª planta). Corría el año 1998 y, en los ordenadores de la Gerencia, Windows 95 (en los más agraciados). La “red local” de ordenadores Windows constaba de un solo ordenador unido a un router. Si había que pasar información de un equipo a otro, pues un disquete y listo.
El Gerente se dio cuenta de que para seguir avanzando necesitaban un informático propio y fui el agraciado. Sí, agraciado, porque aunque había mucho trabajo, guardo unos recuerdos muy buenos de los compañeros y de todo lo que conseguimos. Y eso que te encontrabas situaciones que hoy parecen increíbles como un administrativo que llamó por teléfono desde un centro de salud porque no sabía manejar el ratón. Pero poniéndole ganas, todo se puede enseñar y aprender.
De los logros de aquella época quiero destacar uno: el envío electrónico de las analíticas a los centros de salud. Porque por aquellos años se mandaban en papel por valija. Dependiendo del centro, recibían valija varias veces a la semana, semanalmente o quincenalmente (como ocurría por ejemplo con Molina de Aragón). Un poco de buena voluntad por todas las partes implicadas, un cable de red colgando por la ventana desde la 3ª planta a la planta baja (Laboratorio) y, tras una semana de desarrollo y pruebas, los resultados empezaron a estar disponibles al día siguiente. Incluso hubo centros que se percataron de que en el mismo día, si esperaban a ultimísima hora de la mañana, ya podían obtenerlos. Un gran beneficio para los habitantes de Guadalajara, por delante de muchas otras gerencias de España.
Pero dejé la informática sanitaria por otra pasión: la enseñanza. Digamos que no tuve suerte en obtener una plaza fija, así que busqué de nuevo trabajo de informático. Casualidades de la vida, la jefa de Informática del Hospital Universitario de Guadalajara se acababa de marchar y conseguí el puesto (año 2002).
Mucha gente no lo sabe, pero nuestro hospital fue el primero público informatizado de España, a mediados de los 80. Sin embargo, en el año 2001, con las transferencias de Sanidad, se impuso el “café para todos”. Se montó un sistema informático en todos los hospitales de Castilla-La Mancha que era igual (pero no interconectado) y de prestaciones muy justitas. Para Guadalajara esto supuso un retroceso de más de diez años.
Ahorraré detalles pero poco a poco fuimos aumentando el personal informático y (re)construyendo un sistema de información que fuera acorde a los tiempos y a un entorno tan crítico como el sanitario. Y eso que desde “Toledo” no todo fueron facilidades (hasta el punto de que presenté mi dimisión como jefe), pero lo que importa es que se consiguió.
Dicen que la historia tiende a repetirse. Pues bien, sobre el año 2011 vivimos otra vez en Castilla-La Mancha el “café para todos”. Esta vez el retroceso afectó a más hospitales cuyos informáticos, como nosotros, habían adaptado y mejorado el sistema de acuerdo a las características propias de cada gerencia. La nueva aplicación hospitalaria regional era en muchos aspectos menos potente que los sistemas que habíamos logrado, poco intuitiva y más lenta. Desde Informática lo pasamos muy mal, pero peor lo pasaron los compañeros sanitarios, que se desvivieron porque afectara lo menos posible a los pacientes. Una vez más tocaba reinventarse y llegar al menos a lo que dice el chiste: “lo mal hecho que está y lo bien que le queda el traje”.
Y sí: Guadalajara volvió a responder. De nuestro hospital han salido estos últimos años algunas de las aplicaciones más usadas en la Comunidad, como el Visor Clínico, que integra en una sola ventana todos los datos médicos independientemente de la aplicación en que se encuentren, facilitando el trabajo del personal sanitario y aumentando la seguridad del paciente. Esto, junto con aplicaciones y mejoras desarrolladas por otros compañeros de la región, han hecho que un sistema que era incompleto y ya obsoleto cuando se adquirió, funcione “aceptablemente”. Y, si nos dejan, espero que siga mejorando día a día y pueda dar respuesta a todas las demandas que la sociedad y la tecnología nos depara.
En cualquier caso, a pesar de todos los vaivenes sufridos, de andar siempre medio asfixiado por lo que queda por hacer y de que a veces solo se acuerden de nosotros cuando falla el ordenador, me gusta mi trabajo. Porque lo que hacemos los informáticos (automatizando o implementando nuevas funcionalidades) puede facilitar el trabajo de cientos de sanitarios, lo que a su vez puede repercutir positivamente en la atención de miles de personas.
Pero, ¿por qué ahora no me importaría cambiar de trabajo? No se si lo conocían pero por primera vez, a punto de cumplirse dos décadas de las transferencias sanitarias, ha salido un concursooposición para informáticos del Sescam. Llevo casi 20 años de interino (y hay compañeros que más), he colaborado en el desarrollo de tres sistemas de información, resuelto miles de problemas y ahora me juego el puesto de trabajo a un examen. Admito que hay una ley que dice que tendría que hacerlo, pero también hay otra que dice que no debería haber estado 20 años de interino.
Nuestra situación, aunque con características particulares, no es única. Los interinos siempre hemos sido trabajadores “de segunda”. Solo les diré la indemnización que recibe un interino si pierde la plaza: 0 euros. Aunque lleve 30 años trabajados, que los hay.
Llegados a este punto creo que deben saber que el Hospital Universitario de Guadalajara, en los últimos años, ha perdido tres profesionales informáticos excelentes (y hemos estado a punto de perder un cuarto). Visto lo que venía, han buscado (muy a su pesar) otros trabajos. Y con ellos se han ido miles de horas de experiencia, de conocimiento de un entorno, como el sanitario, que no se aprende en la carrera de informática sino trabajando e implicándose. Informáticos que conocían palabras como recidiva, nosocomial o betalactamasa, algunas de las cuáles no aparecen ni en el diccionario de la RAE. Y sí, se ha notado su ausencia. Sus plazas se han cubierto pero ha sido necesario un sobreesfuerzo para dar una formación específica a los nuevos compañeros que les sirva de base para que, poco a poco, vayan adquiriendo lo que solo la experiencia puede dar. Y mientras tanto intentar cubrir las labores más críticas que nuestros excompañeros realizaban, manteniendo, en la medida de lo posible, las nuestras propias.
Mis compañeros y yo nos estamos jugando mucho pero ustedes, usuarios del sistema público de salud, también. Además, justo cuando se está a pocas semanas de legislar a nivel nacional una solución global para los más de 800.000 interinos de larga duración que hay en este país, la prudencia invitaría a paralizar el proceso.
Ojalá que todo se resuelva favorablemente, pero yo por si acaso ya he empezado a buscar otro trabajo. Y sé que, aunque encuentre uno que sea diez veces mejor, me emocionaré cuando tenga que despedirme…
Un cordial saludo,