La monumentalidad de unos restos excavados en los que están presentes todos los edificios públicos referentes esenciales de la arquitectura romana, que lo hacen ejemplo singular para entender las características urbanas de ese período, convierten al yacimiento conquense de Segóbriga –ubicado además en un paisaje que se ha mantenido prácticamente intacto desde esa época lo que ayuda a contextualizar y entender la ciudad, su espacio extramuros y el territorio– en uno de los conjuntos arqueológicos más importantes de la Meseta. Pues bien, la divulgación de los hallazgos en él descubiertos va a centrar los próximos sábado y domingo 29 y 30 del presente mes de marzo el “Fin de semana arqueológico” promovido por la Real Academia Conquense de Artes y Letras y organizado por la directora científica del yacimiento, profesora titular de Arqueología de la Universidad Complutense y académica de la propia RACAL Rosario Cebrián Fernández.
La jornada del sábado 29 se abrirá a las 11,30 horas en las dependencias de la corporación académica, en la última planta del edificio de las antiguas Escuelas de San Antón en Cuenca capital, con una charla sobre “La interpretación de la materialidad arqueológica” a la que seguirá, a las 12,30, un taller organizado bajo el título de “Cuál era la cultura material de los romanos”, ambas actividades de entrada libre y gratuita. Y el domingo la cita se traslada al propio yacimiento para realizar, entre las 11,30 y las 13,30, una visita comentada a sus restos arqueológicos.
Una ciudad a partir de un castro
La ciudad romana de Segóbriga se erigió a partir de un castro de la Edad del Hierro, en el cerro de Cabeza de Griego, un paraje ubicado en el término municipal actual de Saelices. Declarado monumento histórico-nacional por decreto de 3 de junio de 1931 sería en la década de los años 50 del pasado siglo XX cuando se llevaran a cabo los primeros trabajos con metodología arqueológica, aunque sería realmente a partir de 1961 cuando el arqueólogo Martín Almagro Basch comenzara a ocuparse del yacimiento arqueológico y pusiese las bases para su estudio y valoración cultural con el apoyo del conquense Francisco Suay en un trabajo a dúo que llevó a la creación del Museo Arqueológico de Cuenca. En esas fechas comenzó la excavación y restauración de los principales monumentos de la ciudad romana, el teatro y el anfiteatro, a la que siguieron otras campañas de excavaciones que aumentaron la superficie descubierta, su puesta en valor y posibilitaron la visita a los edificios y espacios que hoy forman parte del recorrido por el conjunto arqueológico en una labor de investigación que tiene continuidad con campañas estivales de excavaciones. En 1975 se inauguró el Museo de Segóbriga, el actual Museo de los Epígrafes, una pequeña instalación, que funcionó como Museo de Sitio, hasta la apertura, en 2002, del Parque Arqueológico y su Centro de Interpretación, que fue el primero de los cinco creados en nuestra región por la Junta de Comunidades.