La primavera ya está a la vuelta de la esquina. Este jueves 20 de marzo diremos adiós al invierno para dar la bienvenida a la estación primaveral. En el hemisferio norte este cambio estacional tendrá lugar a las 10:02 h en el horario oficial peninsular, según los cálculos del Observatorio Astronómico Nacional (Instituto Geográfico Nacional – Ministerio de Transportes y Movilidad Sostenible). Esta efeméride coincide con la entrada del otoño en el hemisferio sur, tendrá una duración aproximada de 92 días y 18 horas y concluirá el 21 de junio, día que da inicio al verano y el sol alcanza la posición más alta en el firmamento. La llegada de la primavera viene dada por el momento en que nuestra estrella más cercana cruza el ecuador celeste en su trayectoria aparente hacia el hemisferio norte. ‘En ese instante, la duración del día y la noche es prácticamente igual en todo el planeta, así que tenemos las mismas horas de luz que de oscuridad, fenómeno que es conocido como equinoccio de primavera, término de origen latino que significa igual noche’, explica Antonio García-Blanco, presidente de la Agrupación Astronómica de Guadalajara.
Hay que precisar que los equinoccios no tienen una fecha fija en el calendario pues el año trópico no equivale exactamente a un año. El tiempo que transcurre entre dos pasos consecutivos y reales de la Tierra o aparentes del Sol por el mismo equinoccio o solsticio es de 365 días, 5 horas, 48 minutos y 46 segundos. Puesto que el calendario tiene 365 días exactos, existe un desfase aproximado de seis horas cada año, diferencia que se corrige con los años bisiestos, por lo que cada cuatro años se añade un día extra. ‘Eso hace que no siempre coincidan las fechas de entrada de las estaciones con respecto a los años anteriores, por lo que se adelantan o atrasan en función de esta circunstancia’, aclara el máximo responsable de AstroGuada. A este detalle hay que añadir que nuestro planeta tiene un movimiento de bamboleo denominado precesión, que altera ligeramente la posición de los equinoccios a lo largo del tiempo. En el solsticio de invierno que acontece en diciembre el Sol marca el extremo sur de su trayectoria anual; tras este punto, inicia un nuevo ciclo con su gradual desplazamiento hacia el norte en dirección al equinoccio de primavera. A partir de aquí, el astro continúa su camino hacia el norte para alcanzar su punto más elevado en junio durante el solsticio de verano. En septiembre, el equinoccio de otoño marca una nueva posición intermedia, anuncio de la continuidad de su recorrido hacia el límite austral.
Esta explicación desmiente la idea generalizada de que el Sol siempre asoma por el este, algo que solo sucede de manera exacta durante los amaneceres de los equinoccios de primavera y otoño. A partir de este jueves notaremos como comienzan a alargarse los días, acortarse las noches y aumentar las temperaturas de forma progresiva. Con el inicio de la estación primaveral y tras la puesta de Sol, serán visibles Marte y Júpiter, si bien este último dejará de ser fiel a esta cita a principios de junio, momento en el que hará su aparición Mercurio en el cielo vespertino. Por su parte, Venus comenzará a asomar al amanecer a finales de marzo, mientras que a primeros de abril harán acto de presencia Saturno y Mercurio por este punto cardinal, aunque este dejará de verse a finales de mayo. En cuanto a las constelaciones, a comienzos de la primavera aún se observarán las más típicas del invierno, como Orión, Can Mayor o Géminis. A medida que transcurran las semanas, estas regiones del cielo se irán aproximando al Sol para dar paso a las constelaciones más características de esta época del año. Que no son otras que Leo con su llamativa forma de interrogación invertida que termina en la estrella Régulo, Virgo con la brillante Spica o el Boyero, con la estrella roja Arturo, tercera de mayor magnitud en el cielo nocturno.
En poco más de una semana contemplaremos en el cielo el evento más sobresaliente de esta estación primaveral. Será el sábado 29 de marzo con motivo de un eclipse parcial de Sol, primero de una secuencia consecutiva de cuatro que se podrán contemplar desde España entre 2025 y 2028. En concreto, este se podrá seguir desde el noroeste de Europa, Rusia y África, Groenlandia y el extremo noreste de América. ‘En Guadalajara comenzará en torno a las 10:49 horas y llegará al máximo a las 11:41 h, momento en el que el disco lunar ocultará en torno a un 20% del disco solar, para concluir a las 12:34 horas’, detalla García-Blanco, presidente de AstroGuada. Otros fenómenos de interés astronómico a lo largo de esta primavera son las lluvias de meteoros de las Líridas, cuyo máximo de precipitación se espera en torno al 22 de abril, y las Eta Acuáridas, que alcanzarán su máxima intensidad de fugaces hacia el 6 de mayo. Antes de su conjunción inferior con el Sol, hasta el 21 de marzo se puede ver a Venus en los cielos matutinos y vespertinos, evento muy anómalo que no se repetirá hasta 2033.
En este 2025 nuestro país mantendrá vigente el tradicional cambio de hora, que se producirá el último domingo de marzo. Así pues, a las dos de la madrugada del 30 de marzo se adelantarán los relojes una hora para marcar las tres, momento que marca el inicio del horario de verano. A modo de anécdota, el comienzo de la primavera es el momento del año en que la duración del día se alarga más rápidamente, tal y como recuerda el Observatorio Astronómico Nacional (OAN). De tal forma que en las latitudes coincidentes con la Península Ibérica, el Sol sale por las mañanas más de un minuto antes que el día anterior, mientras que por la tarde se oculta más de un minuto después. ‘Como consecuencia de esta dilatación temporal, cada día que pasa el Sol prolonga su presencia en el cielo para alargar de forma paulatina las horas de luz, por lo que el amanecer ocurre antes y el ocaso se retrasa, sumando en torno a tres minutos adicionales de luz diaria’, precisa el presidente de la Agrupación Astronómica de Guadalajara.