Es un lugar común despreciar la política, afirmando que gobernar es prometer lo que sea para llegar al poder. Una vez en el poder, la persona tiene que estar dispuesta a hacer lo que haga falta para mantenerse en él y puede, obviamente, ignorar sus promesas. Según esta visión, quienes aspiren a vivir de la política deben aprender a callar. De manera que, si los dirigentes de su partido deciden no hablar sobre una reivindicación fundamental en un acto electoral, lo que procede es aceptar en silencio y olvidarse de esa exigencia que, políticamente hablando, se ha convertido en problemática.
En contra de esta forma de entender la política, está la que se puede deducir del artículo del concejal y ciudadano, José Manuel Cañizares, comentando el acto de presentación de candidaturas celebrado en Cuenca, el pasado 18 de enero. El artículo titulado La línea del tren convencional es roja trata sobre “lo que no oí decir y, a mi juicio, debería haber sido dicho. Porque … la indefinición ante esta cuestión condiciona severamente cuál debe ser el futuro comportamiento de la ciudad y de sus instituciones para su posible entendimiento con quienes serán los próximos presidentes de España y de Castilla-La Mancha”.
Lamenta en su escrito, el concejal independiente del Partido Popular (PP) en el ayuntamiento de Cuenca, que los presidentes del PP, nacional y regional, guardaran silencio en sus intervenciones, sobre el robo del tren convencional perpetrado por el Partido Socialista (PSOE) en Cuenca. Se queja, de que Feijoo y Francisco Núñez no tuvieran “una posición inequívoca frente a la problemática concreta que asola a esta ciudad y a su provincia”; ni manifestaran que la “obligada renovación y modernización (del tren), debe ser y es, para el Partido Popular, una estrategia y prioridad de Estado” y no mencionaran “implementar las comunicaciones, para el crecimiento y desarrollo de la provincia, apoyadas en el eje Madrid-Cuenca-Valencia” como si existieran “otras inversiones alternativas a la eliminación del tren convencional”. Recalca en su artículo, que “el Grupo Municipal Popular manifestó inviable cualquier candidatura que no contemplara expresa y específicamente dicha renovación y modernización de la línea”, añadiendo a continuación «incluso llegamos a dudar en una de nuestras mociones de la capacidad de representación de quien atentara contra ella”.
El artículo de José Manuel Cañizares es importante, porque desvela que hay una manera honorable de hacer política y descubre el riesgo que existe en el PP, de olvidar el tren convencional, que es un tema clave del programa electoral. ¿Por qué peligra la modernización del tren? Nada dice al respecto, pero cabe imaginar que influyan sobre el PP (como en el PSOE), poderosos grupos de interés, que quieren la no renovación y destrucción del ferrocarril. Quizá les presionen los empresarios de la CEOE-CEPYME de Cuenca, que buscan pelotazos urbanísticos a costa de los terrenos públicos; o las empresas de transporte por carretera, en dificultades a causa del covid-19; o políticos de la provincia vecina, que quieren acaparar el transporte de mercancías por ferrocarril o, en fin, propietarios de cotos de caza a los que les estorba el tren.
Para contrarrestar la presión de estos grupos, es estimulante que existan representantes de la ciudadanía, como José Manuel Cañizares, que posee una visión decente de la política, desea cumplir sus promesas y pelea por el tren con dignidad. Para animar a que cunda su ejemplo celebraremos el plante vigésimo cuarto (24), el próximo martes 31 de enero, en la acogedora estación de la ciudad de Cuenca, a las seis de la tarde.
Por Fernando Casas Mínguez