El cinamomo o árbol del paraíso es un árbol caduco de corteza oscura que mantiene el fruto en sus ramas durante todo el invierno. Crece muy rápido si las condiciones son favorables alcanzando hasta los 15 metros; por esa razón es un árbol de los denominados “de sombra”. Sus hojas son compuestas y caducas, se tiñen de amarillo al caer y se pueden confundir con la de algunos fresnos. En primavera no suele ser uno de los primeros árboles en despertar y brotar, y esperará a que otras especies lo hagan primero.
Es un árbol muy coqueto y su aroma es embriagador; siempre guarda algo de belleza para los meses de invierno porque sus ramas están plagadas de muchísimos frutos de color ocre que esconden en su interior una estructura muy original con las semillas en su interior; antiguamente se unían con hilo para elaborar rosarios con ellas. El cinamomo es originario de las regiones montañosas del Himalaya y el norte de China. Desde allí, se dispersó a través de las rutas comerciales hacia otras partes del mundo hasta conquistarlo por completo en parques, jardines y calles por su belleza y sombra.
Estos días hemos perdido el más singular de Guadalajara que estaba en la Plaza del Jardinillo. Cada día que paseábamos a su lado se sentía su aroma sobre todo cuando estaba en plena época de floración y también disfrutábamos de su preciosa copa con tonos lila; y de su flor delicada con cinco pétalos blanquecinos que conforma una obra maestra de la naturaleza con su inconfundible aroma.
Desde hace mucho tiempo hemos descuidado en Guadalajara cuidar de nuestros árboles que están demasiado enfermos; por esa razón se están sucediendo la caída de ramas e incluso ejemplares enteros con las ventiscas, poniendo en evidencia que los árboles no se encuentran en buen estado; hay demasiados árboles enfermos en la capital.
El mantenimiento de nuestros árboles tendría que abarcar la práctica de tratamientos fitosanitarios para prevenir las plagas y enfermedades y realizar una poda de mantenimiento cada dos o tres años y hechas de forma correcta no extremas como se hacen en numerosas ocasiones; quitando muy a menudo más de la tercera parte de su ramas, provocándole entonces al árbol heridas muy grandes por las que le atacan insectos y otros patógenos. Además es necesario que estas podas sean en temporada y utilizar herramientas desinfectadas para evitar el riesgo de transmisión de enfermedades entre árboles. Estas podas tan agresivas pueden llegar a provocar la muerte de parte de las raíces, originando podredumbre y poniendo en riesgo su estabilidad y que el árbol crezca descompensado y sin la estabilidad correcta.
Otro de los asuntos que hay que cuidar es la formación de los jardineros y dotarlos de una correcta capacitación, de técnicas y de conocimientos botánicos. Tal vez sería fundamental crear y mantener la especialidad en arboricultura en España para cuidar correctamente a nuestros tesoros verdes.
Por otro lado nuestros administradores públicos, nuestros gobiernos deberían cambiar sus formas de pensar y proceder, pues últimamente olvidaron generar políticas apropiadas en torno a nuestros espacios verdes y en concreto a nuestros árboles. No se puede pretender plantar árboles que sean grandes desde el primer día y se seleccionen especies muy baratas, de rápido crecimiento y olvidar aspectos tan fundamentales como las características de la especie elegida, el tamaño, la floración, la potencia de sus raices, la frondosidad, su carácter invasivo, su reproducción, la resistencia a enfermedades, su fructificación, su toxicidad o sus alergias.
Mantener nuestros árboles correctamente en Guadalajara costaría mucho dinero, sus tratamientos manuales y químicos periódicos a los que se les tiene que someter pueden llegar a ser además complicados. Como no lo gestionemos correctamente nos veremos abocados a tener más incidentes si no se toman soluciones y a presenciar mas caídas de ramas y de árboles en nuestra ciudad, con el consiguiente riesgo para los que pasemáos por ella con asiduidad. Guadalajara necesita un plan de gestión urgente de su arbolado ya.
Opinión de Antonio de Miguel