Danzas, tortillas, zahora y caldereta de San Sebastián
Redacción
Enrique Buendía
A veinticinco kilómetros de estrecha carretera, desde Cuenca, encontramos Villar del Saz de Navalón, entre la niebla que se agudizó al pasar el pueblo de Navalón, arriba, en la cota del terreno más elevado de estas tierras.
A mi llegada, el pueblo parece fantasmal y sólo veo a dos personas que esperan la llegada del panadero. No hay nada en el ambiente que indique que, en apenas media hora, comenzará la celebración patronal.
Bueno, en la calle no hay casi nadie pero, en las casas de diez niñas de la localidad, sí que la hay y mucha con las familias ajetreadas, preparando desayunos y colocando los detalles precisos a los vestidos que, hoy, llevarán puestos sus hijas que van a ser, ni más ni menos, danzantas de San Sebastián.
Emma y Miriam, las gemelas del grupo, andan algo nerviosas. “Es un día especial para todas nosotras pues vamos a hacer realidad una ilusión que compartimos con nuestros padres y familiares”.
Me siguen contando que desde unos cincuenta años atrás, la fecha no es del todo exacta, no se ha danzado en honor del santo y que, si hoy lo van a hacer, es debido al esfuerzo de muchas personas entre ellas sus padres. “Todo esto no hubiera sido posible sin la colaboración de Demetrio que nos ha ido guiando sobre los diferentes paloteos que componen la danza de San Sebastián” dice Miriam. “Bueno, de Demetrio y de Flora pues ella ha sido el alma armonizadora y detallista de todo lo que con el grupo de danzantes tenía que ver desde el verano pasado en que comenzamos esta aventura”.
Las campanas han sonado para la procesión y hasta la iglesia me he acercado en compañía de un ya numeroso grupo de personas. Allí he podido conversar con Félix y Vicente, los mayordomos de este año, encargados de dar la caridad. “Somos mayordomos por ofrecimientos personales y pagamos los gastos de la fiesta. Hemos comprado 400 rollos de pan anisado para entregar a quienes nos lo soliciten y estén presentes esta tarde, en la caridad. Al aparecer la imagen del santo, a la puerta de la iglesia, un devoto le ha recitado una poesía alusiva a sus virtudes y martirio y, luego, el grupo de danzas ha ejecutado lo que se conoce como “La Peregrina” y, a continuación, después de la traca callejera, ha comenzado la procesión por las calles de este pueblo siempre acompañados de la niebla y algunos rayos solares que intentaban penetrar a su través.
Ya, en la parroquia dedicada a San Pedro Apóstol, ha dado comienzo la misa que ha tenido varios momentos significativos: uno la realización, en el centro del templo, de la danza de la Cruz. Otro, el beso a una reliquia de San Sebastián y, un tercero, algo singular y curioso como el de gustar -quienes en el templo nos encontrábamos- un trocito de las tortas de calidad.
Al finalizar la ceremonia religiosa se han ejecutado diferentes paloteos seguidos todos ellos por los asistentes con especial atención.
La bendición de rollos y tortas, y también del vino que se iba a entregar en la tarde, ha sido el cierre de la actividad matinal de este sábado de San Sebastián en la tierra de Villar del Saz de Navalón.
Las Danzas en Villar del Saz de Navalón. Vídeo
Villalba del rey y los danzantes
Grupos de aceituneros me encuentro a los lados de la carretera ordeñando el olivar, extrayendo a la tierra parte de su fruto.
El cartel, anuncio del pueblo de Villalba del Rey, me lleva a la realidad del viaje y destino para el que vengo. Son vísperas de la fiesta dedicada a San Sebastián en las que, el pueblo, mantiene la costumbre de ir a la Ermita del Santo, guiado por los danzantes, a por la imagen patronal a la que, Félix Budia, le recita con voz emocionada una poesía poco antes de que, la procesión, se ponga en marcha camino de la parroquia entre rezos, cánticos y paloteos varios:
“Con cánticos de alegría,
clamamos al Dulce Sol,
Sebastián afortunado
de Villalba eres patrón…”
A la puerta del templo, finalmente, se ha vestido a la vara y, los ojos de Marcelo, el maestro de danza y de Gregorio, el tocador de la caja, han brillado de alegría y emoción contenida un año más. Al anochecer habrá hoguera y, a su rescoldo, se asarán patatas y carne como es costumbre el día del patrón. Es San Sebastián, fiesta por voto de Villa lo cual se hacía en el pueblo dirigiéndose a través de sus autoridades a aquellos santos considerados protectores para, así, poder hacer frente a diferentes calamidades epidémicas, plagas o virus que les ocurrían. Esa puede ser la explicación por la que, Villalba del Rey, le tiene como patrón. Mientras estoy en la plaza del Ayuntamiento, escucho cercanos los sonidos de la dulzaina y el tambor. “Son los danzantes de San Sebastián que están recogiendo a las autoridades para ir con ellas a participar en la procesión del santo y en la misa”, me dice Goyo, un amigo con el que me encuentro aprovechando que tenemos unos minutos antes de la llegada de las autoridades a la iglesia.
La imagen de San Sebastián, una espléndida talla casi de tamaño natural, ya se encuentra dispuesta para la procesión. Me llama la atención la banda roja con dibujos en oro que le cruza por delante, indicativa de su mando en las tropas del emperador romano y, también, la colgadura muy vistosa de un delicado y decorado mantón de Manila que envuelve un rollo de pan. “Es el tradicional rollo del santo que lo acompaña en todo momento y que es ofrecido por una familia del pueblo. Rollo que, mañana, el día de Santa Inés, será subastado a las puertas de la ermita al finalizar las fiestas”, me dice Jesús que hace las veces de encargado de la Iglesia cuando sus faenas del campo no se lo impiden. Un rollo que vendrá a pesar unos dos kilos y medio y que, para su confección, se emplea medio litro de aceite y cuarto litro de anís.
Vuelvo a la Plaza Mayor, rápido, para ver allí los danzantes que están ejecutando diversas danzas en las que su habilidad, al chocar entre sí los palos y con sus compañeros, debe ser complementada con movimientos combinados de modo individual, y con el grupo, a base de cruces, giros, saltos hechos con total sincronía y que se cambian en cada uno de los temas que dedican a honrar a su santo patrón.
Con ellos va Marcelo, el alcalde de danza, el maestro de tantos niños y jóvenes continuando con una labor comenzada años atrás y, a su lado, Carlos el dulzainero y Gregorio el del tambor.
Mientras van a la iglesia, junto a las autoridades locales, el pueblo ha cobrado vida en el interior de la iglesia. Curiosean, rezan y, muchos devotos prestan atención a la subasta de los seis puestos de conducción de la carroza que “ es la costumbre el pujar por tales puestos pues es un orgullo adquirir el derecho de empujar al Santo por las calles y ofrecerle dinero para conseguirlo” dice Goyo.
La procesión ya está en marcha y, a la puerta del templo, Jesús ofrece San Sebastián su devoción y sentimiento en una sencilla poesía que repasa acontecimientos vividos por el santo y por el propio pueblo y que finaliza con un fuerte y aclamado viva patronal coreado por los presentes. Se recorren las calles entre rezos y danzas en lugares ya determinados, la carroza se detiene y, el grupo de danzantes, recita una hermosa oración hacia el Santo son los paloteos que tienen títulos explicativos del motivo por el cual se compusieron: “Matasteis a vuestro Rey”, “ Padre Nuestro”, Peludillos son, que peludillos madre, peludillos son, los que vuelan por el aire”, el “Rey Fernando”, “El Soldado” y “La Semana: lunes y martes y miércoles 3,
jueves y viernes y sábado seis
dime cuántos días tiene
de trabajo la semana
empezando por el lunes por el sábado se acaba”
Uclés, Horcajo de Santiago, Mira y Villar del Águila
Uclés le tributa a San Sebastián el homenaje y honores de “patrón de Villa”. Hay documentos que dan testimonio de la intercesión y devoción al santo antes del siglo dieciséis, con ermita propia, y donde figura el Ayuntamiento pagando la función religiosa, cosa que sigue haciendo actualmente añadiendo una invitación, al finalizar la misa, en honor del santo que, por cierto, tiene imagen nueva desde mil novecientos cuarenta y ocho. La festividad comienza la víspera con repique de campanas y hoguera.
En Horcajo de Santiago, para esta fecha del 20 de enero, día de San Sebastián, los agricultores hasta ahora en faenas de recolección del aceituna, barbechando o podando las viñas, suelen hacer un alto en su quehacer para festejar al santo según se viene haciendo desde el siglo dieciséis.
El origen comenzó ante su imagen a la que, una muchedumbre, diezmada por las pestes que asolaron al pueblo, se entregó en súplicas y oraciones para que actuara como mediador ante Dios y pidiera por la solución de sus penas y miserias a partir de un documento fechado el 29 de noviembre de 1.575, guardado en los archivos del Escorial, viene a desprenderse el voto de la villa que se realizaba en estas fechas y que decía. “en la villa de Horcajo se guarda vigilia el día de San Sebastián, que no se coma carne, y esto por voto del pueblo, por devoción contra la pestilencia que hubo en dicha villa y es muy antiguo”.
Trasladada la imagen desde el altar mayor, del primitivo templo, a una ermita en tal lugar al que va la procesión después de recorrer las calles del pueblo, se besa la reliquia del santo por los fieles asistentes, se comenta como muchos de sus devotos guardan la vigilia durante todo el día absteniéndose de comer cualquier alimento que toque sangre, según el voto realizado siglos aunque, a raíz de esta tradición, nacieron las tortillas de San Sebastián que además de patatas y huevos contienen otras guarniciones vegetales para cumplir con el ofrecimiento y la vigilia.
San Sebastián es el patrón de la localidad de Mira en donde, el veinte de enero se celebra misa en honor del santo mártir. Un día en el que los niños y jóvenes celebran en esta fecha el día de la Zahora pasando el tiempo en algunas casas viejas donde comen, juegan y se divierten
Villar del Águila lo tiene como santo patrón. Se celebra en el fin de semana más próximo al día veinte de enero y, el viernes por la tarde, San Sebastián es traslado desde su ermita al templo parroquial. Al anochecer, se enciende una tradicional hoguera frente a la iglesia donde es costumbre asar viandas procedentes del cerdo que son compartidas por todos los asistentes y ya, el domingo al mediodía, tras la misa, tendrá lugar la procesión con ofrecimientos durante la cual, el santo, recorre puerta a puerta todas las casas del pueblo reuniéndose, después, los vecinos que lo desean, a compartir una comida de hermandad a base de caldereta.