Culebras. El humo protector de las sabinas por San Sebastián
Enrique Buendía
Es el año 2007 y, desde Bonilla, por una estrecha y a veces empinada carretera voy hasta Culebras, pueblecito de La Alcarria conquense, buscando el conocer como sus vecinos festejan y conmemoran a San Sebastián. En la lejanía todavía oigo el anuncio festivo y la llamada a la procesión que hace el estruendo de un cohete explotando en el espacio. Apenas 200 metros del núcleo de casas observo su conjunto urbano, muy reducido, en el que destaca la altiva iglesia parroquial, lugar de encuentro de la religiosidad popular de las gentes de Culebras, y seguro bastión defensivo y protector en otras épocas para el vecindario.
Ya en la parte trasera del Centro Social, dos sartenes de caldereta de cordero están siendo preparadas para ser degustadas por las personas que lo deseen a la hora de la comida al acabar los actos religiosos de la mañana.
- “Ayer fue un día de mucho ajetreo, pues obtenidos los permisos consiguientes, muchos de nosotros estuvimos podando, tanto cerca como lejos, las sabinas…”, me cuentan, y argumentan la razón de las razones de este hecho tan específico.
- “En una aldea cercana, El Val, hoy desaparecida, sufrieron una epidemia de peste morbo. Las gentes de Culebras fueron a ayudarles, e igualmente sufrieron las consecuencias de la misma y la muerte de bastantes vecinos.”
El caso es que, en Culebras, decidieron ‘sacar’ en procesión la imagen de San Sebastián por sus calles, al mismo tiempo que quemaban del sabinar cercano ramas de esta planta que es sabido tiene, además de su aroma, un efectivo poder desinfectante. Tal hecho, pudo provocar la desaparición de la epidemia e hizo que, en el pueblo, cuando estas fechas llegan, no olviden aquello que pensaron sus mayores les dio la vida y siguen cumpliendo con el ritual de encender hogueras a las puertas de sus casas…
En Las Vísperas de este 2007 volvieron a quemarse también delante de las puertas de las casas de Culebras las ramas de la poda de las sabinas, cuyo denso humo blanco era avivado por los propios vecinos, que para la ocasión dejan sus puertas abiertas para que se expanda en el interior de sus casas el humo y el olor ‘reparador’.
El sábado 20 fue la procesión con la imagen actual de San Sebastián, salida del trabajo escultórico de Fausto Culebras. Cuando el Estandarte del Santo asomaba por las puertas de la iglesia de la localidad, se iniciaba un rápido y corto recorrido entre una densa humareda provocada por la quema y avivamiento de las sabinas que se amontonaban, igualmente que el día anterior, delante de algunas viviendas; no faltó, antes de la subida final hacia la iglesia, una pequeña y efectiva traca anunciadora del paso procesional.
A las puertas del templo, otra hoguera de ramas de sabina me mostraba a duras penas la figura de la imagen del Santo y sus acompañantes entrando al templo parroquial. Hubo Misa a continuación y, terminada la ceremonia religiosa, el vecindario tomaba un aperitivo en el bar y se preparaba para la Comida de la Caldereta ya anunciada y el posterior baile festivo