El Ayuntamiento de Cogolludo, desde su oficina de Turismo, va a organizar, en este puente de la Constitución (6-7 de diciembre), visitas guiadas recordando el paso de Juan Martín, ‘El Empecinado’ por la villa ducal, que concluyó con la voladura, por parte del general francés Joseph Léopold Sigisbert Hugo, padre del novelista Victor Hugo, del castillo de Cogolludo.
La primera noticia que se tiene de este castillo nos lleva al siglo X. Fue una atalaya defensiva de los musulmanes. Pasó, después de la Reconquista a la orden Calatrava, después a los Mendoza, y finalmente a los Medinaceli. Y fue el fatídico 10 de agosto de 1811, cuando el general Hugo ordenó su demolición. ‘El Empecinado’ hacía guerra de guerrillas en Guadalajara, y, antes que permitir a sus partidarios atrincherarse en la fortaleza, decidió volarla por los aires.
El castillo tenía, según reza en los documentos, siete torres cilíndricas macizas, una torre del homenaje, alta y cuadrada, foso, mazmorra, aljibe y armería. Y es, aún ahora, lugar privilegiado para recorrer la historia de Cogolludo desde lo alto, y con ello, los diferentes asentamientos, culturas y evolución urbana de la villa serrana a lo largo de los siglos.
La Guerra de la Independencia comenzó el 2 de mayo de 1808 con el levantamiento popular conocido como el Levantamiento del 2 de Mayo en Madrid. El pueblo español, descontento con la ocupación francesa y el control de Napoleón sobre la monarquía española, se rebeló contra las fuerzas francesas. Esto marcó el inicio de la lucha armada que se extendió por toda España.
El movimiento de resistencia contra la ocupación francesa se organizó en torno a las Juntas de Defensa y resistencia, formadas por diversas regiones españolas. La guerra se caracterizó por la guerrilla, una forma de lucha no convencional en la que grupos de partisanos y milicias irregulares atacaban a las fuerzas francesas de manera constante.
Juan Martín ‘El Empecinado’, militar y guerrillero, fue uno de los personajes más destacados de la Guerra de la Independencia. Estuvo presente en la provincia de Guadalajara a partir del año 1809. Hay constancia de su paso por Sigüenza, Mirabueno, Trillo, Cifuentes o Marchamalo.
Nació el 2 de septiembre de 1775, en Castrillo de Duero, en Valladolid. Y fue por él, por quien el término “empecinado” pasó al Diccionario de la Real Academia Española con la acepción de obstinarse o aferrarse a una causa. El apelativo de Juan Martín proviene de una especie de lagos que había en su pueblo natal que tenían pez. Por este motivo, a los nacidos allí les decían empecinados. Con su trayectoria vital y forma de proceder, hizo que empecinarse en algo acabara significando la defensa de una causa justa con insistencia.
‘El Empecinado’ apostó por el liberalismo, siendo un patriota, y fue ejecutado en Roa (Burgos) en el año 1825, en la horca, durante la Década Ominosa (1823-1833). A lo largo del siglo XIX, ‘El Empecinado’ se convirtió en un personaje significativo. Cuando se celebró el III Centenario de Los Comuneros, trató de revitalizar la semblanza de Padilla, Bravo y Maldonado, los héroes de Villalar, aunque, lamentablemente acabara ajusticiado con pena capital, como había sucedido con los comuneros.
El Empecinado llegó a Cogolludo en 1810. Y en la villa ducal tuvo una cita con la historia. Defendió el pueblo frente a los franceses y contra las armas del general Hugo, que lideraba las tropas napoleónicas y que fue rival acérrimo de ‘El Empecinado’.
En su guerra de guerrillas, los hombres de ‘El Empecinado’ se iban moviendo. Interceptaban correos y dañaban las líneas de comunicación y suministro del ejército francés. Uno y otro, francés y español, se intercambiaron correo en diciembre de 1810. Las cartas fueron publicadas por el diario El Enciso, el 2 de febrero de 1811.
El general Hugo escribió una carta firmada el 7 de diciembre de 1810, en Humanes, dirigida a El Empecinado. En su carta, el general Hugo le pide que se rinda o se pase a sus filas. El general Hugo dice que “los españoles de todas las opiniones convienen en que no se podrán encontrar mas grandes cualidades que las que adornan al rey José I -en alusión al hermano del emperador Napoleón-. ¿Por qué han de ser en adelante cubiertos de sangre los campos de España? (…) cuando tenemos un rey que no es otro que José I. Muchos males pueden evitarse. ¿Qué dificultad puede haber en que usted sirviera a España bajo el reinado de José I? (…)”. Después de ofrecerle pasarse a su bando, Hugo le pide que le envíe una persona de confianza para conocer los detalles.
El Empecinado, contesta al día siguiente en durísimos términos, quien sabe si escribiendo la carta de su puño y letra en el salón Rico del Palacio Ducal de Cogolludo. “Aprecio como debo la opinión que usted ha formado de mí. Yo de usted, la tengo muy mala. Sin embargo, si arrepentido de sus atrocidades, y cansado de ser esclavo, quisiera usted encontrar su libertad, sirviendo a una nación valiente y generosa, El Empecinado os ofrece su protección. (…) No dudo que las cosas políticas tendrán término dentro de poco, porque parece que todas las naciones se van conjurando contra Francia y, sin eso, España ha tenido siempre y principalmente en el día, sobradas fuerzas, energía y constancia para humillar las lecciones del hermano de vuestro rey, José I. Estas grandes cualidades que usted supone en José I, sólo pueden serlo en el concepto de hombres venales y corrompidos. Si tan bueno es, ¿cómo consiente que se comentan tantas iniquidades? Nunca puede ser bueno un usurpador, pérfido y alevoso. Y los españoles que tomen partido por el hermano de Napoleón deben ser muy pocos, y, aunque muchos, siempre despreciables (…). Me admiran ciertamente los sentimientos de humanidad que usted me manifiesta. Publíquelos en Cifuentes, en Trillo, en Hita, en Durón, y lugares del valle y todos los pueblos que han tenido la desgracia de que los hayan pisado usted y sus soldados. Yo que he presenciado sus obras, ¿cómo he de creer esas palabras? En vano se fatiga usted de persuadirme a mí y a mis soldados de que desistamos de nuestro honroso empeño. Tenga usted entendido que si sólo quedara un sólo soldado mío, todavía no habría terminado la guerra, porque todos ellos, a imitación de su jefe, han jurado guerra eterna a Napoleón y a los viles esclavos que le siguen. (…) Me hará usted el favor de evitar toda correspondencia y le aseguro con este motivo, la más perfecta consideración”. En estos términos se despachó ‘El Empecinado’.
Después de ese intercambio de correspondencia, los franceses, cuando pudieron, entraron en la villa ducal y volaron el castillo. Todos estos hechos históricos van a ser narrados, en los mismos lugares donde sucedieron, durante el puente de la Constitución en dos visitas guiadas que saldrá desde la oficina de turismo de Cogolludo los días 6-7 de diciembre (17 horas)