La transición hacia un modelo energético más sostenible sigue avanzando en Guadalajara, gracias a la creciente implicación de los ciudadanos. La última comunidad en sumarse a la Red de Calor ha sido CP Chorrón 12, cuyos 44 vecinos han decidido cambiar su caldera de gas por una fuente de energía limpia, eficiente y respetuosa con el medio ambiente.
Este cambio supone una significativa reducción de emisiones contaminantes, los vecinos evitarán la emisión de 54 toneladas de CO₂ al año. “Cada vez más comunidades están apostando por energías renovables, y el compromiso de los vecinos de Chorrón 12 es un gran paso en este camino”, afirma David Gómez, responsable del proyecto Red de Calor en Guadalajara.
La Red de Calor contribuye a reducir la huella de carbono y promueve el desarrollo de la economía rural, creando empleo en la provincia y reforzando el concepto de economía circular; “es necesario recordar algo muy importante como que el uso de la energía sostenible beneficia la calidad del aire en la ciudad, reducimos sustancias contaminantes perjudiciales como el dióxido de nitrógeno y las partículas en suspensión, que son producto de la combustión de combustibles fósiles. Estas sustancias están directamente relacionadas con problemas respiratorios y cardiovasculares. Por eso las decisiones individuales de cada comunidad, como la de Chorrón 12, tienen un efecto real en la calidad de vida de todos”, puntualiza Gómez.
Una comunidad comprometida con el futuro
La integración de CP Chorrón 12 en la Red de Calor es un nuevo ejemplo del papel que juegan los ciudadanos en la transición hacia una energía más sostenible. “Cada vez más comunidades optan por este tipo de soluciones que ayudan al planeta y que sirve de inspiración para que otras ciudades y municipios se sumen a iniciativas semejantes”, relata David Gómez.
Una ciudad en la que los usuarios están interconectados es mucho más eficiente que otra en la que están aislados, “porque la suma de las potencias instaladas en los diferentes usuarios que tienen calderas comunitarias es casi el triple de la necesaria en una central de producción. Además, el sistema de control y vigilancia de un enorme número de calderas es mucho más complicado que el de un único centro de producción. Y la adecuación de una central a los diferentes cambios normativos de emisiones es rápida y posible, en las salas de las comunidades y edificios públicos es, en la mayoría de los casos, imposible. A esto hay que sumarle evidentemente la emisión de gases nocivos que ahorramos a la atmósfera”.
Las Redes de Calor de REBI conllevan un importante impacto social “porque son creación de empleo en las provincias más despobladas de España, son una apuesta por fijar población aprovechando los recursos forestales endógenos, son una referencia de modelo urbano sostenible, son información y formación de los ciudadanos en el uso de las energías renovables y un modelo a replicar en cualquier punto de España”.