Un hecho enigmático ha ocurrido recientemente en la capilla Panteón de la familia de la Cuba y Clemente de Molinos del Papel (hoy parroquia de san Juan). Una mañana apareció, a las puertas de dicha capilla, un retrato muy deteriorado por la humedad. Era una imagen desconocida de doña Gregoria, y alguien lo dejó allí de forma anónima.
Cuando se celebró el centenario de la Fundación de los señores de la Cuba y Clemente en El Día de Cuenca, una persona me contó como en la guerra civil, en el patio de lo que fuera el colegio de Josefinas, en la calle del Agua, que había pertenecido a don Pedro de la Cuba, abuelo de doña Gregoria. Las monjas, que heredaron ese edificio de esta señora, enterraron cosas de valor de la casa para que no se las destruyeran los milicianos. En efecto las protegieron de la “guerra” pero no tuvieron en cuenta la humedad que las destrozó. La casa estaba justo en ese punto más bajo que aún hoy se inunda a menudo. Ciertamente en este cuadro, dado su estado de deterioro, todo parece indicar que estaría en esa vivienda donada a las Josefinas para que hicieran un colegio católico. Quizás ellas no quisieron conservarlo así, y lo cedieran a alguna persona que lo ha dejado en su capilla. Este retrato no figura en ningún inventario de los muchos que jalonan las casas de esta familia cuando las habitaban. Tampoco estaba en los de la testamentaría. En fin, nos gustaría conocer a la persona que dejó el cuadro y hablar con ella de todo lo que sepa de doña Gregoria.
La imagen no es ni parecida a la representada por Manuel Domínguez, autor del retrato y boceto de doña Gregoria de cuerpo entero y de los murales de la capilla panteón. En cambio, sí se da un aire a las fotografías de doña Gregoria hechas por M. Herbert (Valladolid 1819- Valladolid 1891) en una fecha indeterminada cuando doña tenía más de cuarenta años. Comparando las caras de todas estas imágenes, lo confirmamos. El laureado pintor don Manuel Domínguez no consigue la mirada de doña Gregoria que se deja ver en la foto, elige un peinado nada favorecedor, le engrosa los labios y entre unas cosas y otras la convierte en una persona diferente a la que era en realidad.
Desde que doña Gregoria decidió la sede de su fundación en Molinos del Papel, todos los bienes asignados a la misma han de estar en ese lugar, a no ser que una situación provisional así lo aconseje. Y eso ocurre ahora, los del pueblo recibieron el cuadro de doña Gregoria con alegría porque estamos en una situación anómala, todo el contenido de las casas de la Fundación de los Señores de la Cuba y Clemente, ha desaparecido de El Molino, sin previo inventario. Por eso tienen claro en el pueblo que este cuadro no debe salir, porque lo que sale luego no vuelve, esa es la experiencia que tienen.
Desde el año 2019 el patrimonio de la fundación fue cedido a la Diputación Provincial, salvo la capilla panteón que es gestionada por la Iglesia, algo muy extraño en esta Fundación que ni siquiera tenía al presidente de esta institución en su patronato. Desde entonces, los descendientes de los antiguos colonos de las más de quince has de huerta que eran de la fundación ya no tienen que relacionarse con el patronato sino con la Diputación, y no son sólo huertas o huertos, también hay solares. Todo el contenido de los inmuebles que pertenecieron a la Fundación, incluyendo los cuadros, no sé si por amenaza de ruina o porqué, están en dependencias de la Diputación. Pero hay una excepción notable, su archivo que afortunadamente ahora custodia el Archivo Diocesano de Cuenca. Los edificios, su patio con la fuente de piedra, los poyetes de la puerta, todo lo que fue familiar para los habitantes del molino, ahora están vetados. Se han quedado sin el salón de la casa de los patronos de la Fundación, que admiraban y hacían por enseñarlo a los visitantes, si bien es cierto que esa generación que se sorprendía por ese salón y la casa de los patronos acaba de desaparecer. Aún quedan sus descendientes, otra generación, y mucha gente, porque El Molino no es sólo la gente de esa aldea, Cuenca y su administración, siempre ha estado muy vinculada a Molinos del Papel. Hay una suerte enorme de beneficiarios directos que viven en Cuenca. La conservación de los edificios es una de tantas asignaturas pendientes en esta pequeña aldea tan conectada con la realidad exterior.
Finalmente, de esta manera, como si de una extraña fuerza del cosmos se tratase, que hace que todo vuelva a su ser, o más bien, como cumplimiento del último deseo de doña Gregoria, su retrato, de esta forma tan misteriosa, vuelve a su sitio. Vuelve al lugar que ella siempre quiso, donde descansan sus restos junto a los de su familia, a este paraje tan encantador como ninguneado por unos y otros, al lugar de donde nunca debió salir y espero que nunca más lo haga (que no ocurra como con tantos otros objetos de la antigua fundación) Y estará cuidado por los descendientes de aquellos colonos en los que ella tanto pensó, aun después de fallecida.
Hoy, por fin, la voluntad de doña Gregoria, se ha cumplido.
Por María Luz Vicente Legazpi y Evaristo Recuenco Mora.