Daniel Moset triunfa en el festejo taurino de las fiestas en Las Majadas
A las cinco en punto de la tarde, hora taurina por antonomasia, estaban citados en el pueblo serrano de Las Majadas vecinos y aficionados que consiguieron llenar media plaza y que gozaron de una temperatura apacible.
Con algo de retraso, se inició el paseÃllo tras la entrega de unas placas conmemorativas a los dos actuantes, Juan Millán y Daniel Moset; y al empresario y ganadero local, Pedro Miota.
Los animales, provenientes de distintas ganaderÃas: Mateo y Rodrigo, Viuda de Tomás FrÃas, DomÃnguez Camacho y Pedro Miota; estuvieron bien presentados y dieron un juego desigual, destacando el tercero de ellos.
Abrió la tarde un novillo que, con celo en los dos primeros tercios, dio juego en la muleta, permitiendo al diestro Juan Millán el lucimiento que fue empañado por el mal uso de la espada y que necesitó descabello. En su segundo, tercero de la tarde, el diestro Juan Millán hizo un recibimiento por verónicas que hizo las delicias del público, la faena no fue a más y volvió a fallar con la espada, necesitando entrar varias veces a matar al animal.
Distinta suerte corrió Daniel Moset, que entraba en la mayorÃa de edad esta tarde. El diestro toreó con gusto en su primero exhibiendo su valor y destreza, destacando una tanda por naturales ceñidos, lo que hizo que los allà reunidos, y tras una estocada defectuosa pero certera pidieran las dos orejas para el joven. Misma actitud mostró con el animal que cerraba la tarde, un novillo colorado que humillaba y que colaboró para que Moset consiguiese, también en este, el doble trofeo.
Terminó este espectáculo taurino con la suelta de una vaquilla que hizo las delicias de los mozos de lugar. La diversión, el juego del recorte y el valor se mezclaron con la clase y las formas que tiene la joven promesa del pueblo, Alejandro Igualada, que consiguió darle unos meritorios capotazos y unos pases con la mano izquierda que dejaron claro que ha venido a esto a quedarse. Hay banquillo.
Sin toros no hay fiesta y sin fiesta no hay pueblo, le pese a quien le pese. Las Majadas demostró, un año más, que es el epicentro de la tauromaquia en la zona y que, en este pueblo serrano, lleno de valientes, hay toros, hay fiestas y hay pueblo para rato.
Rebeca Fuentes