Page o paje
¿Cómo se escribe paje o Page? para definir al criado cuyas funciones son las de “acompañar a sus señores, asistirlos en la espera de las antesalas, atender al servicio de la mesa y otras actividades domésticas”.
Hace un tiempo ya que esta duda ortográfica nos ronda por la cabeza a muchos a la hora de escribir. Para poder resolverla definitivamente debemos tener en cuenta una serie de normas que nos ayudarán a saber si se escribe con ‘g’ o ‘j’ y también necesitamos entender como funciona la democracia y la disciplina de voto dentro de todos los partidos, para de esta manera resolver una duda que es muy común ultimamente.
La Constitución tiene un artículo en el que se insiste que los diputados tienen libertad de voto y que los partidos y sus élites dirigentes no pueden imponerles una disciplina para sus apoyos, votos en contra o abstenciones. Se trata del 79.3, que dice que “el voto de Senadores y Diputados es personal e indelegable”. A pesar de que la Constitución diga esto los partidos tienen mecanismos internos para garantizar y asegurarse que todos sus diputados voten de acuerdo a lo impuesto por los mandamases del partido que les colocan en esas listas y en esos puestos. Todos los partidos tienen en sus normas de funcionamiento y reglamentos internos artículos que les imponen estar sujetos a la unidad de actuación y disciplina de voto y a los “principios de unidad de acción y disciplina de voto”, con multas y sanciones muy cuantiosas si esta se rompe que incluso, en algunos casos, contemplan la expulsión. Todos los partidos.
Hoy, se habla mucho del margen de libertad que ostentan los miembros del Parlamento a la hora de cada una de las votaciones a las que se enfrentan. Aquí en Guadalajara al exalcalde socialista Alberto Rojo, que votó finalmente ‘sí’ a favor de la Ley de Amnistía -que supondrá la condonación de delitos como terrorismo, lesiones graves o corrupción a cientos de procesado por el golpe independentista catalán- se le ha tachado de traidor y deshonesto por parte del resto de partidos políticos. ¿Y que habrían hecho ellos en el supuesto caso de encontrarse en el pellejo de Alberto Rojo? Pues lo mismo, acatar las ordenes del partido y de la disciplina de voto. ¿Y que harían en el caso de la votación para la Ley de financiación singular para Cataluña? Pues también lo mismo: acatar sumisamente las ordenes de las élites de su partido, cumplir las ordenes de su señor, acompañarlo, aplaudirle, “asistirlo en la espera de las antesalas, atender al servicio de la mesa y otras actividades domésticas”.
Por ello, es preciso hacer una reflexión sobre esta invisibilidad del voto libre y sobre las consecuencias del voto obligado y del mandato imperativo dentro de los partidos; y de como nos enfrentamos a esa dicotomía entre el derecho de autoorganización de los partidos políticos, previsto en el artículo 22 de la Constitución Española, y el derecho del diputado a su voto personal, libre e indelegable del articulo 79.3; así como el derecho de los afiliados a un determinado partido a permanecer en él, a participar en su organización y funcionamiento democráticos, así como ejercer el derecho de representación política con plena libertad de expresión (artículos 20 y 23 de la Constitución Española).
Esta disciplina de voto es un invento de las élites de los partidos para tener bien atado todo. No existe en ninguna democracia, lo que ocurre es que estas élites secuestran y esconden la libertad de voto. Os voy a contar un pequeño secreto: la disciplina de voto no existe, ni en España ni en ningún sitio. Simplemente, la libertad de voto está bien escondida bajo las decisiones interesadas de los líderes de cada partido, que anteponen estrategias electorales y conveniencias espurias como la de preservar el poder e imagen de y en su partido.
Todo esto nos indica que las revoluciones abiertas y explícitas dentro de los partidos son increíblemente inusuales, ya que ningún líder político medio sensato es lo suficiente estúpido como para hacer frente a los que mandan en el partido y que les colocaron ahí, en ese puesto y con ese sueldo. Están bien atados en corto. En todos los partidos.
La inmensa mayoría de votantes no presta atención a esas cosas y los que hemos luchado desde dentro para cambiar las cosas y potenciar una nueva ley electoral que democratice nuestro sistema somos “escupidos” por el sistema y por esas elites perversas de los partidos que intentan servirse de la Política en vez de servir a la Política. Pero ese es otro tema.
Antonio de Miguel Antón.