Si dijese que es un tipo que me cae bien, o indiferente, mentiría.
Nunca me cayó bien a pesar de no conocerle personalmente, tan solo por sus apariciones en las distintas cadenas de televisión.
No tanto en prensa escrita o radios. En estos últimos medios puede uno perderse lo que los excelsos especialistas en ‘lenguaje no verbal’ apuntan; siempre – cómo no – con manifestaciones y análisis de sus gestos infaliblemente ciertos (… y un jamón con chorreras)
No. Nunca me cayó bien como persona ni como orador. Ni como ‘contestador de ‘entrevistas’ pactadas.
Me ha dado siempre la impresión como la de aquel cateto que, por una de esas, le tocan millones en la lotería e intenta ponerse en un lugar y un rol que nunca le correspondió ni le corresponderá.
Ni siquiera soberbio ni engreído, solo, sencillamente impertinentemente patán.
Desconozco si ha hecho las cosas bien o mal en la dirección y gestión del estamento que ha ocupado hasta ayer, en el que ha sido depuesto de forma más o menos preventiva durante noventa días, por el estamento superior al que él preside.
Todo ello por dar un ‘pico’ – por más que he analizado la imagen del mismo en todos sus ángulos, cosa que no es difícil de analizar de tantas y tantas veces que lo están poniendo en absolutamente todos los canales televisivos, no puedo valorarlo como un beso profundo intenso y/o acompañado de órganos bucales que se introducen en la boca del otro personaje, donde, entonces, si podríamos hablar de beso ‘lenguetero’, placentero y juguetón.
Fue un pico, o sea, juntar unos labios con los de enfrente sin más. Posiblemente empujado por la gran satisfacción y entusiasmo al haber ganado la copa del mundo de futbol femenino, en el que yo, soy capaz de dar una ‘abrazo de oso’ al menos pintado y más desconocido. O desconocida.
Habría que tener en cuenta el porqué le dio el pico a esa jugadora y no a todas; eso si me mosquea.
Dada la inmensa experiencia que me acompaña en este tipo de avatares – como seguramente ya se habrán dado cuenta mis perspicaces lectores y lectoras (es mentira, pero ¡oye! Ya puestos), ella – la experiencia – me dice que fue un ‘pico’ y no un beso.
Fuese consentido o no. Fuese del gusto de quien lo recibió o no.
Le subiese del suelo tomándole las piernas o las caderas (el individuo no lo recuerda) o no – tal alzamiento del tipejo no lo he podido valorar, francamente – fue un ‘pico’. Pese a quien pueda pesar.
Quizá fuera por el momento de euforia añadido a la falta de importancia dada a tal roce de labios, la jugadora no lo rechazó.
Queramos o no.
Y si no lo rechazó, seguramente fuera porque fue una cosa baladí en extremo para la jugadora; que después comentó a sus compañeras ‘pos a mí no me ha gustado’.
Pero que quieran echar a ese tipejo, de su puesto actual, que sea portada de todos los telediarios el maldito beso, que no paren los medios de comunicación de empezar con esta noticia, dejando en segundo plano la muerte de Yevgeny Prigozhin, por ejemplo o el último tifón en la parte oeste de Katmandú del Sur, por otro ejemplo, me parece repetitiva, y como tal, indecorosa para sus visitantes.
¡Fue un ‘pico! Y contra tal hay una perfecta solución, perfectamente realizable si lo ves venir – que sueles verlo – “hacer una cobra” como la catedral de Milán, por otro ejemplo.
Si eso es una falta de respeto a la jugadora, lo acepto porque lo es.
Que una “cobra” no hubiera estado nada mal, lo escribo, porque lo es.
Pero si tal tipejo va a ser despedido por tal acción, me parece injusto.
Ni feminismo, ni machismo, ni zarandajas. Es injusto si el tipejo está haciendo bien su trabajo.
Lo que sí me parece una falta de todo lo que sea bueno y esté bien en esta vida y valle de lágrimas, lo que no perdono a semejante tipejo, es que celebrase el gol y la victoria de España sobre Inglaterra tocándose los cojones, consentida y espontáneamente, como el tipejo dice que actuó la jugadora.
Y no precisamente porque estuviese la reina y sus cohortes al lado – cosa que me trae al pairo – sino porque es incalificablemente perverso el acto para todos aquellos que no comulgamos ni toleramos tales manifestaciones públicas, por muy contento que esté uno de haber ganado lo que fuere y como diciendo al rival algo así como ¡Toma ya, pedazo de cenutrio!
Ese gesto si que le hace merecedor de un cese presuroso y veloz, puesto que dimitir, lo que se dice dimitir, ya ha dicho que ni naranjas de la China chinera.
Los que también me han dado un asco tremendo, con retortijones incluidos, han sido aquellos dos palmeros en la Asamblea General, que en cuanto ha dicho la FIFA que el tipejo está castigado sin postre durante noventa días, no han tardado ni tanto así – junte usted el pulgar y el índice totalmente – en poner a caldo a su Presidente unas horas antes aplaudido, y ahora el demonio en persona.
¡Qué bajada de pantalones más repugnante! Personas ignominiosas, de esas que desgraciadamente suelen abundar.
No soy machista (lo juro por todos los dioses). No soy feminista (mismo juramento). Simplemente, una persona que analiza lo que ve, saca conclusiones de lo visto y, de vez en cuando, expone su opinión a ese respecto. ¡Y nada más!
P.S.- Si de algo me sirviese pedir un favor y que me fuese concedido, suplicaría a las cadenas televisivas, que nos amenizasen con noticias nuevas – válgaseme la redundancia – y no tanto beso ni estulticia presidencialista.
¿Se acuerdan del ínclito Enríquez Negreira? ¡Anda que no dieron el tostón con el personajillo! Pues ahora no sé ni donde para.
Firma invitada: Francisco R. Breijo-Márquez. Doctor en Medicina.