Un grupo de personas llevamos seis meses realizando plantes semanales de media hora, para que el tren Madrid-Cuenca-Valencia no caiga en el olvido y esté presente en la mente de la ciudadanía. Es una acción simbólica que expresa nuestra indignación, ante unas autoridades que pretenden la destrucción de la línea férrea, sin dar participación a los municipios afectados.
Compartimos el diálogo, como la mejor fórmula para resolver, de manera consensuada, los conflictos de intereses que los problemas de convivencia generan. Creemos que, en una democracia pluralista, el diseño de un buen plan de transporte para los pueblos de la provincia, debería efectuarse con participación de las autoridades locales. Produce estupor que sin contar con los municipios se rechace la modernización del ferrocarril convencional Madrid-Cuenca-Valencia que, combinado con autobuses de las Áreas Supramunicipales de Transporte, podrían vertebrar la comunicación de los pueblos de la provincia. Resulta una vileza, que la Junta, la Diputación y el Ayuntamiento de Cuenca acepten el chantaje del Ministerio y Adif, para suprimir el tren que beneficia a los pueblos, a cambio de promover en la capital los pelotazos urbanísticos demandados por la CEOE-CEPYME.
Asombra la manipulación de las autoridades de la región que, para recortar las inversiones de fondos europeos en la provincia, pretenden suprimir el tren, desconectando a Cuenca del futuro auspiciado por Europa. Los poderes públicos ocultan que la Comisión Europea establece que Cuenca es el territorio más desfavorecido de la región (zona “a”), y debería tener preferencia para la inversión de los fondos de recuperación y resiliencia ´Next-Generation`, durante el periodo 2022-2027. También callan que la Junta de Castilla-La Mancha, en la Estrategia Regional frente a la Despoblación (2020), afirmaba que “el mantenimiento y mejora de la infraestructura y los servicios ferroviarios es indispensable para fijar población”. De ahí que sea una provocación infame, que en la provincia más desfavorecida y despoblada no se quieran invertir fondos europeos para la modernización de un servicio público de ferrocarril, que es esencial para fijar población y mantener viva la esperanza de desarrollo con el tren.
Como entusiastas del eslogan de García-Page cuando no tenía poder, «vamos a pelear a muerte por evitar el cierre de las líneas de tren convencional en Castilla-La Mancha”. Es deshonesto que el actual presidente de la Junta, tan critico en ocasiones, colabore en quitar la línea férrea, incumpliendo su compromiso electoral y lesionando derechos constitucionales. Entre los derechos fundamentales vulnerados están, el derecho a la igualdad real y efectiva de los españoles en todo el territorio (arts. 9,2, 14 y 139,1) y el derecho a participar en los asuntos públicos (arts.23,1). Clausurar eventualmente el ferrocarril Madrid-Cuenca-Valencia, en vísperas del decreto que, según el Ministerio, daría lugar a 75 millones de viajes gratuitos, fue una arbitrariedad injustificable y un atentando a la dignidad de las personas de la provincia (artículo 10,1 de la Constitución). La programada destrucción del tren por los gobiernos (Estatal y Autonómico), sería rematar el abandono de la línea y quebrantar principios de la Constitución Española, como el de solidaridad entre regiones y territorios (arts. 2, y 138,1); el de distribución equitativa de la renta regional y personal (art. 40,1 y 131,1); y defensa de los consumidores (art. 51,1). Pues bien, para reivindicar ante los poderes públicos igualdad, justicia, la reapertura de la línea y que no excluyan de forma indecente a la provincia de Cuenca, haremos el plante vigésimo quinto (25), el próximo martes 7 de febrero del 2023, a las dieciocho horas, en la espléndida estación de la ciudad de Cuenca.
Por Fernando Casas Mínguez.