Tras la celebración de los campamentos intergeneracionales durante el pasado mes de junio, llega una nueva edición del programa “De acampada con mis abuelos” a las residencias de mayores Amavir. En esta ocasión, la residencia de mayores Amavir El Pinar, en Cuenca, está desarrollando distintas actividades que tienen como protagonistas a los propios residentes y a sus nietos y bisnietos, así como hijos de los trabajadores del centro.
Los campamentos de verano intergeneracionales nacieron hace más de quince años en las residencias que la compañía tiene en Navarra, donde se han convertido ya en toda una tradición, con numerosos premios y reconocimientos. Poco a poco se han ido extendiendo al resto de centros de Amavir en toda España. Tras la pasada edición de junio celebrada en 19 centros, tiene lugar ahora una segunda convocatoria en la residencia El Pinar ubicada en Cuenca.
Se trata de una experiencia pionera a nivel nacional en la que, durante una semana, las personas mayores conviven en sus propios centros con niños y niñas de entre 6 y 12 años, realizando numerosas acciones conjuntas y compartiendo experiencias y momentos memorables. La iniciativa constribuye al bienestar y salud de las personas mayores, así como constituye una medida de conciliación laboral y familiar para la plantilla dado que durante esta última semana de agosto aún no se han retomado las clases escolares.
Durante esta semana, mayores y niños compartirán desayunos y comidas, gimnasia, terapia, así como gymkanas, bingos, excursiones, talleres creativos y juegos deportivos, entre otras muchas actividades que supondrán para los mayores una experiencia inolvidable. Además, durante la celebración, los horarios de los residentes serán respetados en todo momento para su descanso y normalidad.
Estos campamentos intergeneracionales contemplan grandes beneficios para los mayores. Está demostrado que las personas implicadas en actividades intergeneracionales se sienten más felices que otros mayores de su misma edad. Además, compartir con los más pequeños su jornada diaria incrementa su actividad física, cognitiva y social, promoviendo el envejecimiento activo y saludable. Para los más pequeños, estas actividades son también una lección de vida, de la que aprenden las experiencias de los mayores y sus historias de juventud.