Voy a estrenarme por aquí, por estos lares. O eso creo.
Antes de ello, ya comenté a quien correspondía que igual me metía en corral ajeno cual gallina equivocada. No sé.
Bien cierto es que, antes de meterme en berenjenales que puedan sentar mal a mi estomago,- tan delicado él-, tenía que alegar en mi defensa –esto de tener que defenderte continuamente de todo aquello en lo que eres un impenitente inocente, ya no tiene la menor guasa; en realidad nunca la tuvo – que uno solo tenía el deneí, el permiso de conducir (ambos sin caducar por el momento) y…pocos carnets más.
Bueno sí, el de la Biblioteca Pública, vaya y se vaya –válgaseme la repetición – a mosquear Amparo, una de las encantadoras bibliotecarias de los “Depósitos de Sol” (¿Es depósitos o depósito?…nunca lo sabré) con mi imperdonable olvido de posesión de tan imprescindible carnet de biblioteca, veterano y pertinaz).
Una vez hecho mi alegato de permanente inocencia, empezamos a hablar- el responsable correspondiente y un servidor-, de esto, lo otro, lo de más acá y algo- poco- de lo de más allá (a un servidor es que, lo del “más allá” siempre le ha dado un poco- bastante- de yuyu, la verdad, por lo que tiende a evitarlo).
Tras las correspondientes presentaciones e intercambio telefónico de opiniones, currículos y andanzas– todavía no tengo el gusto de conocerle personalmente- me comenta que es un periódico libre, de libre pensamiento y libre exposición, siempre y cuando se guarden las más mínimas normas de la decencia y del respeto a criterios u opiniones contrarias o distantes de las de un servidor. Algo innecesario el matiz, creo. Porque uno siempre ha tratado de ser respetuoso con criterios ajenos, aunque no siempre los comparta.
También le comento, como ya le hice en varias ocasiones con otros medios, que mis escritos tienden a procurarme diversión y me rehogo en ella. Y, oigan, si sirven de algo pues…benditos sean.
Las fuentes más fidedignas de información que encuentro, no son otras que las que oigo y veo por mi barrio. Por mis tascas cafeteriles habituales. Donde, normalmente, me limito a imitar a ese mono que venden en los chinos o en los antiguos tenderetes de ‘todo a cien’. Que feo será un rato largo, vale. Pero también muy ilustrativo: Orejas y ojos inmensos, y al loro, con una mano cubriendo toda su bocaza.
Lo que vengo a interpretar como el «Oír, ver y… callar» de toda la vida.
No suelo entrar en conversaciones, gritonas y discrepantes en su inmensa mayoría, pero no pliego mi antena; salvo que sean temas abominables para mí como puede ser – a saber- : Taurinos – anti taurinos; Barcelona- Real Madrid (y viceversa) y Corruptos, tanto diestros como siniestros.
Me quedo con las coplas. Y saco mis conclusiones así como mis precauciones. Las coplas –oídas y escuchadas – no suelen ser muy complacientes con los vientos que bufan, nacido
s en ojos inclementes, fuere el que fuere el ojo más dominante a la sazón.
Cada momento que pasa, soy menos partidario de lo que se viene a denominar “sentido común”, que no lo considero el ‘más común de los sentidos’ sino el más ‘sinsentido de los comunes’. Prefiero el término sensatez, emanada desde las más sesudas contradicciones.
Dicho –escrito- lo cual, no dejaré de manifestar todo aquello que me resulte aborrecible y digno de delación, acompañado inexorablemente de la más altas cotas de impunidad consentida y ampliamente consensuada a espaldas de la plebe. Tengan a bien venir de dónde quieran venir. Diestra, siniestra o centro moderado.
Que, al fin, al cabo -y a la remanguillé de ser preciso – son materia y alma en boga interminable, en estas Tierras y en sus vecinas; océanos por medio o puerta con puerta.
Que en todas ellas cuecen las consabidas habas, y en muchas de ellas- adalides de democracia y sucios espejos a reflejarse según algunos muchos- a calderadas.
Y calderadas de las grandes, grandes. Que se lo digo yo, que soy muy de fiar para mí y mi familia – como poco-.
Tan bien hallado es para mí el periódico donde ahora escribo, como bienvenido espero ser en él.
Y…que Dios reparta suerte. Que de lamentos ya andamos asaz servidos.
FRANCISCO R. BREIJO-MÁRQUEZ
Un verdadero placer para el autor, y un placer certero, poder contribuir con este gran periódico que empieza a amanecer y despertar. Lancemoslo al estrellato. Merecedor de ello…lo es.
Empieza a amanecer… Noto cierta cantinela, antigua y ya olvidada por lo menos con respecto a mi persona.
Te seguiré leyendo, con placer y con ganas.
Un abrazo.
Alguien- ¡vaya usted a sabe quién!- se define en una red social como «Médico…La vida es tener amigos». De ser tu caso, estás pleno de vida amigo mío.