Alrededor de 70 personas, adultos y niños, participaron este sábado en la tercera edición del “Andariego”, la revista caminada que plantea un viaje por la vida cotidiana del pasado de Cabanillas del Campo de la mano de la narración oral; con testimonios y cuentos intercalados en un paseo por determinados lugares del casco urbano.
Si en 2016 el motivo fueron los oficios y lugares desaparecidos, y en 2017 la importancia del agua en la vida de la localidad, en esta edición 2018 el Andariego fue una sesión matinal, desarrollada entre las 12 del mediodía y las dos y media de la tarde, y que supuso una inmersión en la memoria histórica del municipio, en lo que respecta a la relación que había entre los cabanilleros y los animales.
La cita arrancó puntual, en la Plaza Alguacil Julio Biosca (junto al antiguo Ayuntamiento). El coordinador de la actividad, Pep Bruno; y la directora de la Biblioteca, Pilar de Isidro, recibieron a los participantes junto al concejal de Cultura, Manuel Gallego; y el alcalde, José García Salinas. La comitiva arrancó de seguido, y caminó hasta el aparcamiento del Centro de Salud, en la calle María Cristina, un lugar que antiguamente era punto re reunión de los galgueros que salían a cazar liebres. Allí habló de esta tradición de caza un viejo aficionado, Félix Blanco, quien, en un formato de preguntas y respuestas, explicó aspectos sobre la vida de los galgos, de la caza con ellos, y de la práctica de este deporte en lo que respecta a entrenamientos, alimentación o la convivencia con los animales. A continuación, Cheles López contó el cuento “El galgo y las liebres”, que fue muy atentamente seguido por los presentes.
La segunda parada fue en la antigua “rotonda de los lápices”, la confluencia entre las calles Alférez Verda y Zalagarda, una zona donde antaño había varias naves donde se encerraba al ganado ovino y caprino. Daniel Sanz, un veterano pastor de Cabanillas, el ultimo que hubo en la localidad, y que llegó a tener un rebaño de 1.200 cabezas de ovejas y cabras, ofreció una interesantísima charla cargada de anécdotas sobre la vida con las ovejas, el funcionamiento de los rebaños, el trabajo del pastoreo cuando en el pueblo había millares de ejemplares, la labor de su mula, o el trabajo de los perros pastores con sus amigas las ovejas. Tras sus explicaciones, Ángeles Maestre ofreció el segundo cuento de la mañana: “El rebaño”.
La tercera parada fue en un patio particular de la calle de la Música, el de Alfonso Herranz, quien abrió las puertas de su casa a los participantes del Andariego, para mostrarles el auténtico museo etnográfico que guarda en su vivienda, con montones de aperos de labor para distintas funciones, como la matanza, o los del trabajo en el campo con mulas. Alfonso explicó cómo eran las labores de siembra, arado o la siega del cereal cuando se realizaban con animales, y también contó curiosidades de las gallinas domésticas, animales que todavía mantiene en su patio, y que hicieron las delicias de los más pequeños de la expedición. Por su parte, la tercera narradora de la mañana, Concha Soria, contó un fantástico cuento sobre estas aves de corral, “Amiga gallina”, que fue cerrado por el propio canto de los gallos del patio. Para finalizar en esta parada, y como sorpresa no prevista, uno de los hijos de Alfonso Herranz habló a los presentes sobre apicultura, actividad a la que se dedica, y para ello sacó un panal cargado de miel de una reciente cata, para que los asistentes pudieran coger miel directamente desde el cuadro, retirando el opérculo y comiéndola según sale de las celdillas. Los asistentes también fueron agasajados con pan con aceite, melón de Cabanillas y vino en bota, que agradecieron enormemente.
La última parada de la mañana fue en la actual Plaza del Pueblo, frente al moderno edificio del Ayuntamiento, una zona que hasta hace apenas 15 años albergaba una de las más grandes vaquerías que había en Cabanillas (un municipio donde llegó a haber hasta 17 de estos establecimientos). Julia Moratilla fue la encargada de explicar cómo funcionaban estas vaquerías, a las que se acudía a comprar la leche cruda, y que servían también a Guadalajara capital. Mientras, una sobrina de un antiguo vaquero de Cabanillas mostró a los presentes un par de carteles, que aún conserva del establecimiento de su abuelo, con nombres de las vacas. Tras las explicaciones, Victoria Espada, la última de las cuentistas de la mañana, contó una historia alusiva al lugar, el cuento “La vaca que puso un huevo”.
El punto final de la cita la puso una visita al vestíbulo del Ayuntamiento, donde se había preparado una pequeña exposición de fotografías y recortes de prensa antiguos, facilitados por vecinos del municipio, y que hablaban del pasado de Cabanillas en aspectos relacionados con el tema de este tercer Andariego.